miércoles, 24 de diciembre de 2008

Solo


Esta navidad será como la canción del Buki, en esta soledad. La culpa la tiene este placer onánico llamado blog. Siempre he sabido que estas páginas llegan a unas cuantas personas, que la capacidad de convocatoria no es mucha, pero entre los pocos que leen, tarde o temprano lo hace la persona que uno no quiere que lo haga.
Nunca he sido de los que se censuran al momento de escribir, me gusta hacerlo, lo siento necesario; luego publicarlo son otros cinco centavos. Claro que si se toman en cuenta los pocos comentarios, pues como que todo se reduce a compartir con un pequeño grupo de amigos, a quienes se les tiene confianza, aunque la mayoría escriba de lejos, España, Colombia, Argentina, Estados Unidos, Chile, Perú, Dinamarca, por mencionar algunos; entonces eso da cierto grado de seguridad; ya ven, con el tiempo hasta les he compartido mis intimidades; eso sí, tratando de ser lo más apegado a la realidad, no como en la adolescencia, cuando uno contaba acerca de grandes hazañas, muchas de ellas inventadas. En fin, el blog atrapa, lo obliga a uno a decir más de la cuenta, pero no me arrepiento, pese a las consecuencias.
Todo este rollo viene a cuento porque Marina (quien no se llama así, recuerdan) tiene varios días de no querer hablarme.
Al principio pensé que tenía problemas con su teléfono, la llamé unas cuatro veces, en días distintos, no vayan a creer que soy aprehensivo, y no respondió; supuse que no tenía señal, que no tenía saldo, que estaba ocupada, no le di importancia, llegado el momento ella devolvería la llamada.
Estoy consciente que las mujeres le dan significado especial a estas fechas navideñas, así que hace un par de días fui a su casa, a llevarle un regalito, a invitarla a una posada, quería ponerme a tono. En su casa me dijeron que no estaba, que la llamara al celular; como no me hago bolas, dejé el regalo, llegado el momento ella aparecerá.
Estaba posteando el cuento del Oliverio, el que trabaja en un gimnasio, cuando el Adán me soltó: Vos Johan, ¿ ya le pasó la furia a la doñita? Como le puse cara de signo de interrogación, siguió contando: fijate que ella estuvo aquí, en el internet, el otro día, y de plano leyó tu blog, porque dijo en voz alta, que se cree ese Johan, que yo soy la Nicté, para que ande contando mis historias eróticas en la red, ahora a saber en dónde voy a meter la cara, porque le he contado a mis amigos que él escribe un blog. Una cosa es darse permisos, pero otra es andarlo divulgando.
Fui a buscarla, sin tener claro el motivo, pues como dije antes, no me arrepiento de haber publicado acerca de ella. No la encontré.
La señora de la tienda de la esquina me dijo que se fue a pasar la navidad con unos amigos, que solo eso sabía. No me voy a complicar la vida, pasado el tiempo olvidará.
Bueno, por el momento creo que ventilare mis intimidades en lo recóndito del patio de mi casa, que es particular, pero se lava y se plancha como los demás. Eso es paja, ya lo saben.
Salú, feliz navidá pue
PD. Este blog entra en pausa por unos días, regreso en enero-09; no cambien la sintonía.

viernes, 12 de diciembre de 2008

La carta

Johan, querido, no sé que estarás pensando...

En el principio fue la confusión.

...cuando tomaste mi mano...

Tomé tu mano, ofreciste los labios,

...sentí que el deseo me atacaba, tu rostro estaba tan cerca del mío que no pude sino entreabrirlos para besarte.

quise besarte, despacio, poco a poco, con cautela, fuiste todo lo contrario.

Tengo que decirlo, tus besos son lo que yo esperaba, el sabor de tu aliento es delicioso.

Fueron besos apasionados, es necesario utilizar el lugar común, algo se desató, tus labios, tus dientes, la humedad en mis mejillas, el sudor en mi frente, un erizo en el cuello, tu furia, contenida de años, el calor.

No sé si puedas creerme, pero no suelo ser así de aventada con los hombres.

Tus manos en mi camisa, en los botones, mis manos en tus pechos, en tu suéter, los besos, el abrazo fuerte, la camisa terminó en la cama, el suéter en tus manos, quedé en desventaja, por unos momentos, luego tu blusa cedió.

Creo que las mujeres no debemos negarnos nada a nuestros propios cuerpos, había deseo en ambos y sólo traduje lo que sentí que me provocabas, aunque creí que querías detenerte, no sé, supongo que siempre hay un momento de duda.

No hubo duda mujer, temor al compromiso, indecisión tuya, curiosidad.

Supe que ya no nos detendríamos cuando me jalaste hacia la cama, el sofá no estaba tan incómodo, te lo aseguro, pero me levantaste y me llevaste por ese laberinto de libreras que usas de separación para tu dormitorio.

Como si conocieras el camino, te levantaste del sofá, solo fui el guía, caminaste entre las libreras, tuve suerte de haber cambiado sábanas, luego la cama crujió.

Espero que no te hayas molestado porque me adelanté con el preservativo, comprende que a mi edad todavía puedo concebir y, bueno, las enfermedades, más vale prevenir.

Antes que yo, quién sabe de donde, sin dejarme intervenir, sacaste un preservativo, me lo pusiste.

Johan, la verdad es que lo hicimos bien, tu ritmo y mi ritmo, lo que deseábamos ambos, incluso jugueteamos con algunas fantasías, no me puedo quejar, estuvo buenísimo. No creas que no me avergüenza lo que piense la dueña de tu casa, pues casi tira la pared, supongo que debo cuidar mi volumen para la próxima.

Fue bueno, gritaste, me lo diste a entender, la dueña de la casa, quien vive justo al lado, golpeó la pared, pedía que nos calláramos, tiempo después quedamos tendidos, pensé que te quedarías, llévame a casa dijiste, lancé un putazo en la mente, quería descansar un poco, recuperar el aliento, insististe, mencionaste la hora, accedí, para mi fortuna no vives lejos, caminamos, el frío de noviembre caló, te dejé en la puerta, me besaste a medias, hubiera querido que te quedarás en mi casa, pero no te presioné.

Si no quise quedarme toda la noche es porque no quiero compromisos Johan. No me interesan las relaciones largas, de ninguna clase. Tenía miedo porque se dice que los negros… bueno, lo comprobé. Gracias por hacer realidad mi fantasía, hace años que quería comprobar todos esos mitos y me gustó mucho, en verdad Johan, la próxima vez que hablemos no menciones mi carta, no menciones lo que hicimos, solo hagamos que se repita, volverá a pasar, pero no te digo cuando, depende de tus deseos y de los míos, no te preocupes por el compromiso, no hay nada de eso, esta es una relación madura, somos adultos, dos personas que se gustan y se desean. Besos.

Doblé la carta, me senté, preparé café, suspiré y entonces pude reír; tantos años en Guatemala, varias mujeres después, vengo a encontrarme una que se conoce, que se da permisos, a pesar de la carta. Creo que ahorraré para comprar una cama nueva.

Salú pue.

viernes, 5 de diciembre de 2008

El taxi, la casa y el hombre viejo

Subiste al taxi, callada, no hablaste durante varias cuadras, quizá tratabas de leerme la mente. Pensaba en la crisis, en los cuates que no han llegado al taller, en que también tengo corazón, y los sentimientos generados en el cortejo son agradables, permiten pasar buenos momentos. Ahora que el taller no ha tenido continuidad, los patojos han encontrado actividades alternas, te has convertido en un respiro, una plática agradable, salida al cine, cenita en casa, almuerzo con familia.

Me sorprendió la propuesta de ir a mi casa, entré en pánico, no podía recordar si recogí mis calcetines, mis calzoncillos, ¿se habrá metido el gato de la vecina? Siempre deja orines y heces, le gusta ese rincón del baño. ¿Hace cuanto cambié las sábanas? ¿dejaría restos de comida al lado de la computadora? Cuando uno vive solo no se preocupa de los detalles, el sofá se hunde entre capas y capas de objetos, libros, revistas, volantes publicitarios, estados de cuenta, ropa que no encontró su camino al clóset.

En el silencio pude observarte, percibí un pequeño brillo, una lejana excitación, me concentré en tus ojos, te tomé la mano, estaba fría, sentí la adrenalina subiendo por tu cuerpo, ambos en un estadio intermedio entre el miedo y la expectación. ¿Hace cuanto tiempo que no le pedías a un a un hombre que te llevara a su casa? proponerle algo más. Lo mío llegaba al terror, meterte en mi cama llevaba implícito el riesgo de algo más, una relación, un compromiso, soy paranoico. Era inevitable evocar las mujeres que se han enamorado de mí, con las que no he querido nada en serio; en este país es difícil que una mujer se dé libertades.

Acaricié tu mano, con la yema de mis dedos, entonces mi paranoia me dijo que tenías miedo, que quizá estaba forzando la situación, quise calmarte, pero me devolviste una sonrisa, lo hizo a la fuerza me dije, le salió artificial.

Ya en la puerta de mi casa sentí el deseo de decir: ¿segura que quieres entrar? pero me contuve, esas demostraciones de corrección suelen ser interpretadas como inseguridad, he aprendido que a las mujeres no les gusta eso. Para mi era el último chance de escapar de lo que, según mi paranoia, tu creías era un compromiso.

Dejé notar mi nerviosismo al abrir la puerta, las llaves se cayeron un par de veces, reímos, sirvió para liberar la tensión.

Mi casa no es una casa, es un apartamento del centro de la ciudad, una habitación enorme, un baño al final del corredor, medio patio (la dueña lo partió con una pared), un garage y una cocineta pequeña. La habitación tiene frisos y molduras de otra época, creo que se trataba del salón o sala principal, al fondo del patio quedaron chunches viejos, algunos aprovechables, como el escritorio, cuatro sillas que tengo para usar con una mesita cuadrada, de esas que venden por cien pesos en la avenida Bolivar. Es raro, no me había pasado antes, pero hubiera querido tener algo mejor que la cama de metal barnizado, que cruje horrores, sentí que el colchón de algodón apelmazado y las libreras que sirven de biombos, y dan una falsa sensación de privacidad, eran poca cosa. Cuando viniste a invitarme al fiambre dijiste que te parecía uno de esos lofts industriales de Nueva York. Siempre pensé que ese día fuiste condescendiente. Para mi fortuna todo estaba más o menos limpio, aunque sobre el sofá amarillo huevo, que me regaló la mamá del Adán, cuando compró uno más decente, tenía mi traje beige, el portafolios, zapatos y dos camisas recién lavadas, además de un par de calzoncillos, de esos de abuelito (también recién lavados). Reíste mientras recogía todo, y lo colocaba en un rincón, con la clásica frase: lo siento pero no he tenido tiempo de limpiar; al menos no habían restos de comida. Sólo un vaso que apareció debajo del sofá, con un material verdoso adentro.

Me senté a tu lado, te ofrecí agua, un café, habías visto el vaso, no te arriesgaste, no te preocupes, estoy bien, sólo siéntate a mi lado, dijiste.

Conversamos un rato, actué como un chaval enamorado, quería estar más cerca, pero no me atrevía, no soy tímido, rara vez me pasa, pero percibía temor en tus ojos. Ahora que leo tu carta me doy cuenta que estaba equivocado.

Salú pue.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Cine

Desde aquellas primeras citas de juventud aprendí que es mala idea invitar al cine a una chica cuando se le corteja. Usualmente una película tarda más de hora y media, lapso que se convierte en tiempo perdido, pues no hay forma de adelantar en el conocimiento de la otra persona; no se puede conversar, los únicos comentarios son los dirigidos a algún aspecto de lo que se está viendo, y esos no siempre son válidos, porque distraen, no solo a la pareja, también a los que están alrededor. Luego, al salir del cine, la cita casi ha terminado y no queda mayor oportunidad de avanzar en la conquista. Recuerden que las primeras salidas son como los primeros rounds de las peleas de box, puro reconocimiento; por supuesto que hay peleas que se ganan por knockout en el primer asalto, pero yo me parezco a Tyson solo en el color.

El caso es que Marina*, después de la comilona de fiambre, insistió en que sería bueno ir al cine, yo le dije que no era buena idea, pero entonces cometí uno de los errores más grandes que un hombre puede cometer, contradecir a una mujer, así que ella se lo tomó como algo personal y, utilizando todas las malas artes del sexo femenino, me convenció.

Salimos el viernes, deliberamos sobre la conveniencia de ir a un cine moderno, caro y con pantalla más grande, de esos que hay en los centros comerciales, o si nos acomodábamos en una de esas salas viejitas, de las que todavía quedan en el centro, yo pensaba en mi comodidad, porque me disgusta salir de mis dominios, el asunto es que en los cines de la zona 1 las películas se ven oscuras y la comida es mala. Perdí, una vez más, la disputa, por lo que dejamos el centro histórico y nos dirigimos al centro comercial que está por Las Majadas, tiene buenos cines. El ambiente en el mall era de navidad, adornado con árboles y ositos, bien lindo todo.

La función transcurrió como lo había pensado, cruzamos unas cuantas palabras antes del inicio, comimos las chucherías que compramos, no se puede hablar en confianza con gente alrededor.

La película estuvo mala, durante la proyección aproveché para analizar la situación, pensé que, de plano, no había futuro en seguir saliendo con Marina. Ella es la típica ama de casa, divorciada desde hace años, según me ha contado, no ha salido con nadie desde entonces, se ha dedicado a cuidar a los hijos, pero ahora que ya están crecidos quiere darse un poco de tiempo; cositas así me ha platicado. La conozco desde hace pocos meses, cuando llegó al taller, espero que no sean mis prejuicios, pero creo que lo que necesita es alguien con quien estar hasta que la muerte los separe; por supuesto que eso no va conmigo. Además, el Adán, que parece estar preocupado por mi soltería, me dijo, el otro día, a lo pelado: esas doñitas son de las que no sueltan nada hasta que tienen el anillo en la mano, claro que es la visión de un patojo, a quien no debería interesarle meterse en mi vida.

Como les he contado, me gusta la soledad y la valoro, no estoy interesado en volver a compartir el apartamento, las deudas y los problemas.

Una eternidad después, salimos del cine, comentamos la película, a ella tampoco le gustó, me dijo que la Demi Moore se puso vieja y nunca aprendió a actuar; pero se ve muy bien todavía le repliqué, sonrisas más, palabras menos, algunas chispas brillaron en los ojos de ambos.

Afuera del cine, llegó ese momento en el que no sabía que decir, quería invitarla a comer, pero era algo tarde, más de las diez de la noche, intuí que para ella estar en la calle a esa hora no era usual. Voy a buscar un taxi, iba a decirle, cuando dijo: Johan, vamos a tu casa.

Salú pue.

*La explicación del asterisco se encuentra en el post anterior, si lo leyó, entonces sabrá que significa, si no lo leyó, entonces tendrá que hacerlo, para descubrir el significado del asterisco.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Graduaciones y fiambre

Vivo solo desde hace muchos años, es algo que disfruto, tal sentimiento de libertad es incomparable; a pesar de eso, mi relación con las mujeres ha sido excelente, pero me pasa como en La insoportable levedad del ser, y existen pocas mujeres que estén dispuestas a aceptar algo semejante. De ahí que mis relaciones largas no se hayan visto favorecidas, en las cortas me ha ido mejor. He llegado a pensar que, tarde o temprano, estar con una mujer se convierte en mi versión particular de Fatal attraction: llamadas; frases como: ya no me buscaste; llamadas; llantos; apariciones sorpresivas; llamadas, y eso en la fase inicial. Cabe mencionar que algunas mujeres andan en la búsqueda constante, obsesiva, de encontrar a aquel que viva con ellas hasta que la muerte los separe.

Luego de la piñata, Marina* me hizo dos invitaciones, quería que la acompañara a la graduación del novio de su hija, el viernes; y el sábado ir a comer fiambre a su casa.

Pensarán que soy un antisocial, pero las graduaciones no me gustan, nunca he entendido porque celebran, pues de todos los que estudian el último año, obtienen el título el 99%, quien no lo hace es porque de verdad se la pasó de vagabundo todo el año. El caso es que no pude negarme.

No tengo vehículo, además no me gusta manejar en esta ciudad, así que llegué a buscarla en taxi.

La niña estudia en el mismo colegio que el novio y como es la abanderada de su sección tenía que ir uniformada, pues le tocaba ser escolta de los graduandos. La pobrecita lucía estresada, pues eran las nueve de la mañana, el acto daría inicio a las diez, pero su madre aún no estaba lista. Finalmente Marina estuvo lista, vestía un traje hermoso, un poquito pasada de maquillaje; el perfume estaba en su punto; la niña se relajó y tomamos camino al colegio.

El evento era en un colegio evangélico, de esos que pertenecen a una mega iglesia; el salón era enorme, y estaba llenísimo. La niña se ubicó rápidamente.

Entre las oraciones, los largos discursos de los directores, la propaganda del colegio, la música del grupo de alabanza, y el sermón, se fueron casi dos horas. La gente se aglomeraba, entraban, salían. Había de todo: mujeres maquilladas exageradamente, otras mostraban cirugías evidentes; ni hablar del vestuario: trajes de noche en plena mañana, hombres en mangas de camisa, uno que otro con esmoking; yo me sentía más o menos, vistiendo mi único traje, uno beige de lino, bastante pasable; eso de vestirme formal no va conmigo.

Llamaron a los patojos, uno por uno, eran un poco más de cien, los padres pasaban y, con todo el orgullo del mundo, colocaban el anillo de graduación; luego, acompañados de los padres, posaban para la foto. Un ritual eterno.

El acto terminó con las palabras del representante de los alumnos, casualmente era el noviecito de la niña; se quejó de la crisis, pero hizo alarde de lo bien preparados que salían, de esa forma podrían hacerle frente a la vida real. No había terminado de decir la última palabra cuando sonó la música, otro canto de alabanza, una oración final, salida de las banderas, gritos, chiflidos y la bulla de los graduados.

Reunidas las dos familias, afuera del salón, noté cierta incomodidad en Marina, resulta que los buenos hermanitos me habían hecho blanco de sus miradas. Esas cosas ya no me incomodan (como he dicho otras veces: ser de color en este país es ser alguien extraño, alguien a quien ver), pero ella daba la impresión de no estarlo asimilando de buena manera. Fue algo raro, pues en medio de los saludos y las presentaciones de rigor, ella no atinaba a encontrar la palabra justa para describir porqué yo la acompañaba; hubiera bastado con decir, él es Johan, pero se complicó, ¿o sería yo el complicado?.

La familia del chico nos invitó al almuerzo, pero opté por disculparme, Marina trató de disimular su molestia, pero no insistió. Nos despedimos, con un beso protocolario, pero le alcanzó para susurrar, te espero mañana en casa.

El sábado me levanté tarde. El Adán llegó por la madrugada, buscando refugio, platicamos un buen rato, nos tomamos un par de cervezas; él venía de una fiesta de Halloween. Yo todavía seguía tratando de procesar lo sucedido en la graduación; pero no las miradas de la gente, pensaba en la actitud de Marina. Sucede que, a estas alturas de la vida, sigo sin entender las señales que envían las mujeres; los pequeños besos, los susurros, las incomodidades aparentes, los abrazos sostenidos, las tomas de la cintura; todo eso no siempre tiene el mismo significado, y si uno las interpreta mal, entonces las cosas se echan a perder.

Poco antes del medio día, Marina se apareció por la casa, sin previo aviso, llevaba un poco de dulce de ayote, yo le había comentado que me gustaba, parecía tener cara de disculpa, pero no dijo nada al respecto. Hablamos un rato, finalmente dijo: no entiendo la actitud de la gente, me siento apenada, nunca imaginé que te verían de esa forma, hasta me quedé con la impresión que pensaste que yo también me sentía mal por tu presencia. Le dije que no tenía importancia, y así era. Pero sus palabras me hicieron sentir bien.

Al final, terminé comiendo fiambre en la casa de Marina, tengo que contar que estaba muy bueno; eso, más la conversación; unas cuantas cervezas, que yo pasé comprando, no vayan a pensar que soy un gorrón; y la música de marimba, me hicieron sentir que tenía una familia tradicional; pensamiento que alejé de inmediato.

Cuando nos despedimos puse mis manos alrededor de su cintura, estuvieron ahí el tiempo que tardamos en pronunciar las palabras de despedida.

Salú pue.

*Marina es el nombre ficticio de Carmen, quien tampoco se llama así.

viernes, 24 de octubre de 2008

Piñatas

Mis hijos crecieron hace muchos años y, como les he contado, cada uno tomó su camino, pero cuando eran pequeños más de algún vecino nos invitó a la celebración del cumpleaños de sus hijos. Ahora que lo recuerdo, pienso que fue bueno que los prejuicios, de los demás, nos evitaran más invitaciones.

Siempre he pensado que ese ritual de acabar, a palazos, con un personaje de cuento infantil o de caricatura, según el gusto del niño, es macabro; ya lo creo que si, todos quedan felices hasta que logran sacar el tanate de dulces que se acumulan en la panza. Mis hijos nunca se acostumbraron, por eso dejé de hacer esos rituales satánicos, pero no de celebrar cumpleaños, los cambié por refacciones en el colegio.

Todo este rollo viene al caso porque una de las señoras que llegan al taller ha venido manifestando un interés inusual en mi. Ella es una mujer guapa, divorciada, cuarentona de buen ver. Resulta que uno de sus hijos, precoz él, la hizo abuela hace un año. El asunto es que, según creo, ella pensó que la piñata del nieto era un espacio decente, y sin peligro, para reunirnos. Entonces se dio a la tarea, durante una semana completa, todos los días, de invitarme a la celebración. Para no darse color, enfatizaba lo mucho que le gustaría presentarle a su familia al gran Johan, subiéndome el ego, con esas y otras pajas, logró convencerme, además no tenía nada mejor que hacer el domingo.

La acompañé a la fiesta, ella se puso muy guapa, en realidad nada del otro mundo, pero se miraba bonita, más de lo acostumbrado. Mi entrada, como siempre, fue espectacular, la gente se me quedaba viendo, en especial los niños; en este país es raro recibir visitas de alguien de raza negra. Ya me acostumbré a esa maña chapina de evidenciar las diferencias; y a las miradas, con la boca abierta, de los güiros; me da igual.

Fue complicado sentarse en un patiecito de esos de casa del centro, pequeño digo, pero en realidad son más grandes que los de casa de colonia. En el lugar habían acomodado unas veinte sillas de plástico, para los adultos; igual cantidad de sillitas, para los niños, rodeaban una mesita adornada con dibujos de no se que personaje; hace años que no veo caricaturas, era una especie de alce, por los cuernos, de color naranja y con ojos enormes; el adorno se completaba con globos pegados al techo y las paredes, bien lindo se miraba todo.

Debo decir que una de las más simpáticas habilidades del artesano guatemalteco es la de hacer piñatas. Algunos piñateros son verdaderos artistas, lo efímero de sus estructuras no desmerece el trabajo que le ponen, algo así como las fallas de Sevilla; claro que hay otros que logran asustar a los niños, recuerdo una vez que un Hulk mal hecho fue la sensación de la fiesta.

El ambiente en una piñata de barrio es extraño, cada familia se aglutina en su sector, no hablan con los demás, usualmente las sillas están colocadas alrededor del patio, la mayoría de veces no hay mesas para los adultos, así que, si mucho, se habla con el vecino, en este caso mi amiga. Por otro lado, cada tantos minutos, aparecen personas que se presentan, platican un poco y regresan a sus incómodas sillas.

El plato fuerte es la piñata, aunque en el ínterin, de un tiempo acá, se ha popularizado contratar a un payaso. Los payasos de piñata son verdaderamente infames, no tengo nada contra ellos, de verdad, pero cuentan chistes malos y repetidos, si tratan de ser originales se ven peor, casi siempre hacen llorar a algún niño, sus atuendos asustan, antes que causar gracia; afortunadamente el show duró unos quince minutos.

Llegado el momento cumbre, el niño agasajado recibió un palo lleno de flecos, para que se diera gusto, cual jugador de béisbol, disparando golpes contra la piñata, supongo que lo entrenaron todo el año, porque no lloró y atinó a pegarle a la piñata, aunque sin mucha fuerza; claro, no se puede pedir que alguien de un año rompa esos muñecos.

Un por uno, los niños y niñas desfilaron para acabar con el personaje, el griterío de los adultos animaba la actividad, los patojos olvidaban por un rato la ropita de fiesta y la corrección, y lanzaban golpes intensos.

Me llamó la atención una niña tímida, delgada, con trenzas, llevaba una bolsita colgada al hombro, su actitud era de princesita remilgada, hasta limpió la sillita, haciendo cara de fuchi, fuchi, para no mancharse. Cuando pasó a quebrar la piñata se transfiguró: lanzó golpes que hubieran derribado a un toro, no le importó golpear a un par de niños en el hombro, y al caer los dulces se lanzó al suelo acaparándolos entre sus brazos y su cuerpo extendido.

La tarde siguió con el pastel, los refrescos y los chuchitos, que me encantan. Siempre recuerdo la primera vez que me los ofrecieron, en ese entonces llevé tal decepción, pensé que me darían un cachorrito, conste que tenía cinco años.

Me presentaron con medio mundo, fui testigo de los pequeños líos de la hija de mi amiga con su pareja, un muchacho tosco con cara de pocos amigos, igual que las demás familias que nos rodeaban.

Como era invitado especial, eso dijeron, cuando todos se fueron, me quedé a tomar un café con la familia. Pude ver al niño destapando los regalos, los padres mostraban su decepción, en la medida que descubrían lo que venía en los envoltorios; creo que pensaban en lo caro que les había salido la piñata y que los regalos no compensaban lo invertido, pues la mayoría de los obsequios eran baratijas chinas y calcetines de la sexta avenida.

Cuando me despedí le di un abrazo, ella aprovechó para besarme en la mejilla, dos segundos más de lo normal.

Salú pue.

viernes, 17 de octubre de 2008

Tragedia nacional (otra vez).

Después del rollo de la profecía el Jonás no había vuelto a hablar, hasta el miércoles por la noche. Estábamos con la mara viendo el partido, y cuando terminó lo escuché decir: puta no puede ser, es la peor selección que he visto en mi vida; le dije que la cosa no era para tanto, que igual la eliminación era inminente; también le dije que la culpa, en parte, era de él, pues no había orado lo suficiente, a lo que respondió recordando a mi madrecita.

Así como el Jonás estaban todos, hasta el Adán, quien dice que el fútbol le pela, tenía los ojos llorosos. El caso es que el resto de la noche nos la pasamos hablando de lo mismo, es más, dos días después, todos en Guatemala, siguen dándole al tema, el rollo se ha convertido en una auténtica tragedia nacional, pero en una que sucede cada cuatro años.

El rollo del fútbol en Guatemala es algo de locos y de ciegos, por no decir de estúpidos; para hablar más claro. Fuera de las condiciones básicas que debe tener un deportista; es decir, buena nutrición, altura adecuada a cada puesto, entrenamiento desde pequeños; o sea, formación integral pues, al talento es muy poco lo que se le puede pedir.

Pues dejando de lado esas consideraciones, suceden cosas raras, cosillas que todo mundo ha escuchado por ahí, pero que nunca se investigan o discuten a fondo.

Algunas de las cosas que he oído, conste que todos son rumores, pero como dicen, cuando el río truena. Lo que pasa es que el sentido común dice que no es normal, que algo o mucho de trampa hay.

Volvamos a aquel fatídico día (no al miércoles 15-10-08), cuando Guatemala perdió en Trinidad y Tobago, en los últimos minutos del encuentro; esa vez se dijo que la culpa era del Primitivo, porque no supo manejar el partido, muchos dijeron que se había vendido y luego recordaron cuando Honduras perdió la clasificación, en el último juego, contra México y con el Primitivo como entrenador; los hondureños también vociferaron que su técnico había recibido dinero, que era un vendepatrias; así dijeron por allá. De aquel entonces se recuerda, entre otras cosas, la necedad de alinear a Foster, cuando había sido responsable de muchos de los goles que recibió la bicolor. El Primi se fue, no sin antes descargar toda la culpa en los jugadores y echar unas cuantas pestes más.

Lo del Bolillo Gómez es de lo peor, ¿cómo se puede tener a una persona ganando tanto dinero, por más de un año, trabajando tres o cuatro días al mes?; finalmente lo echaron y ¡oh, sorpresa!, los flamantes directivos volvieron a contratar al Primitivo, y lo presentaron como el salvador del proceso. Eso fue descarado muchá, recuerdan que Kenton hizo un papel decoroso con la sub 23, pienso que por eso no lo quisieron a él, porque se corría el riesgo de que consiguiera la calificación al mundial.

Ya subidos en el macho (me refiero al Primitivo), suceden otras cosas extrañas. Foster fue convocado de nuevo como portero, cuando tenía un año de no jugar, porque ningún equipo lo quería. Thompson fue llamado a la selección, tampoco tenía equipo, estaba lesionado, por eso nadie lo contrató. Cabrera se fue a Noruega, pero allá no lo ponían a jugar, el Pescado estaba gordo, lo sacaron del Galaxy, en su nuevo equipo no era titular, pero en la sele era indiscutido. El Loco, no sabe jugar, solo corre detrás de la pelota, quizá tenían que haberle hecho pancartas a lo Forrest Gump, pero ni eso se les ocurrió, pero insistieron en ponerlo de titular, porque según dicen las malas lenguas, la directiva roja decía que la eliminatoria era un escaparate para que se exhibiera y que algún equipo extranjero lo comprara. El Moyo Contreras, jugó unos minutos en Argentina y luego ya no le dieron balón. Y así, hubo otros que se pasaban calentando la banca en sus equipos y en la selección eran titulares, ¿en dónde se ha visto eso?

El asunto es largo y las anomalías en torno a la bicolor siguen y suman. El que más sonaba y sigue sonando es el de las borracheras de los jugadores. Que si el Freddy es un borracho, que si al Pescado lo vieron casi tirado, en fin de esos cuentos hay una infinidad.

Son muchas cositas, pero los que saben o los que pueden investigar el tema se hacen de la vista gorda, siempre he pensado que con todos estos rumores la prensa está obligada a tratar de ir al fondo del asunto, pero como ya se sabe, o así dicen los rumores, todos son coyotes de la misma loma. En fin, se quiera o no, todos terminamos hablando del tema, miren pues, yo que no soy futbolero y aquí me tienen echando más paja al fuego. Lo hago en el afán de consolar al Jonás y al Dieguito Iespien, pues esos si que están sufriendo.

Salú pue.

viernes, 3 de octubre de 2008

Profecías

Hace unos días, el Jonás vino con una gran preocupación, según él tenía una profecía importante y quería compartirla conmigo.

A mi no me gustan esas cosas, pero le dije que orale, que lo escucharía, a ver que onda. Pero no paró ahí, luego me pidió que la subiera al blog, porque era de gran importancia; no le creí, pero de repente a alguien más si le interesa, me dijo, así que me convenció.

Me pasó un papel escrito a máquina, casi sin espacios, les transcribo fielmente lo que decía.

En el ltimo a{o del reinado del arbsto, suceder que una gran bolsa caerá desde los cielos, oscureciendo el panorxxma econmco del mundo y llevndos consigo a todas las bolsas del mundo en un agujero negro.

Esto pasar para que l ltimo dscendiente de Caín pueda sentarse en la silla que le ha pertenecido desde el principio de los tixxmpos. Quitndle el lugar al descendiente de quien ha sido culpado de llevar su marca.

Vi que el cxelo se abrió, y he aqu 7na mujer vestida de rojo, con un anmal sobre la cabeza, que sostena en la diestra una paleta de cocina y en la siniestra un delantal, era llamada para hablar en nombre del ltimo descndxxente. Ella se neg, diciendo: Slo soy una pequea Hcky mm que no sabe hablar bien, entonxxces una voz le dijo "toma de la ceniza del altar y comela"; pero la mjer se neg a cmer, diciendo "que porquera" .

Entonces tuve una visn y he aqu que la mujer decía:
"untaremos la democracia por todo el mundo", y luego agrgaba "digo untar porque soy ama de casa".

Vi entonces que la gente dejaba de comprar cosas cxxaras, y de hacer viajes lxxrgos, y usaba ropa sin mrca y todos llrban y se lamntaban, diciendo: "tengo tres hipotecas", y rasgaban sus tarjetas de crdito y se culpaban los unos a los otros.

Entonces el ltimo angel me mostr el fturo, algo que no puedo contar, y pude ver al descendiente de Can llrar arrepentido y maldxxcir a la mujer por no haber comido de la ceniza del templo, porque entnces no poda hablar.

Supongo que la profecía seguía, pero ha estado lloviendo mucho y el resto de la hoja estaba manchada y llena de lodo, al parecer alguien salpicó encima al Jonás cuando venía para acá.

Me explicó que las profecías le llegaban en una especie de "escritura automática" y que, luego de escritas, no podía recordar nada ni aun leyéndolo. Así que olvidénse de las correcciones.

Le dije que mejor orara tiempo extra, para pedir que le fuera enviada una computadora, porque, por lo visto, eso de escribir a máquina no se le da. Dejá de chingar me dijo, luego aseguró que mi futuro se veía negro, y que nada bueno vendría para la humanidad.

Solo pajas sos, le dije.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Diálogos de fútbol

—Ahí viene el Diego miren muchá.

—¿Qué rollo vos Dieguito, qué te habías hecho?

—Mucha tarea en la U, pero yo siempre ando en la jugada.

—El Johan ha estado triste por vos, va vos Johan. ¡Puta muchá!, oyen eso, ¿son balazos o son cuetes?

—Si serán huecos, el Jonás hasta se metió debajo del escritorio, son las chavas del Belga, por ser el último día de clases, de las que se van a graduar, están quemando una ametralladora como de una cuadra; ahorita que yo venía para acá la estaban poniendo.

—A bueno, pero como ahora la situación se puso tensa, por los micrófonos, las estafas y toda esa paja, ya parece que fuera un golpe de estado.

—La hubieran guardado para cuando clasifiquemos al mundial, va vos.

—Simón, y ¿cómo mirás a la sele vos, ¿pensás que va a clasificar?

—Mirá mano, como dice aquel comentarista de la tele, si la sele, como me salió en verso ya saben, gana los tres partidos que le quedan, entonces clasificará a la siguiente ronda.

—Ta fácil entonces.

—Ya vas, esos comentaristas son bien pilas, va muchá; pero ya en serio, que opinan de la sele, vos Adán, ¿vos que decís?

—Mirá mano, el fútbol me la pela; pero el Beto si se engaza con ese rollo, hasta una oda al fútbol escribió el otro día, va vos Beto.

—Pues engazado, engazado, no soy, pero si lo miro, la liga española me gusta, por ejemplo, pero con eso que ahora solo la mirás si tenés eskai, y esa mierda es muy cara, entonces, de plano, le he perdido el interés. Y buena idea mano, no he escrito nada sobre fútbol, pero te voy a tomar la idea, una oda pajera, por ejemplo. Vos Jonás, vos creés que si toda Guatemala se une en oración, pidiendo el milagro de la clasificación, ¿será que se nos hace?

—Puta muchá, como chingan con eso, pero les digo una cosa, me mato de la risa cuando le preguntan a un jugador, antes del partido, ¿dispuestos a ganar? y él responde, todo lo dejamos en las manos de Dios, él es quien decide. Que de a huevo, si pierden no es porque son meros mulas para jugar, es porque Dios no quiso.

—Vos Johan ¿qué opinás?

—Pues aquí el experto es el Diego, muchá, aunque creo que puedo ser más objetivo, digo yo, pero como no sé mucho de fútbol, entonces no cuenta lo que diga.

—Solo pajas es el Johan. Tons vos Diego, vamos a no vamos al mundial.

—Miren pues, todo este rollo es triste muchá, porque Guatemala es, entre los países futboleros del mundo, el peor de todos, y eso no es paja. Por supuesto que se le gana a Belice, a Cuba, a Nicaragua, pero esos no son países futboleros. Por eso si se toma como referencia aquellos países en donde el fútbol es pasión, que el estadio se llena cuando juega la selección, entonces no hay otro que sea más malo que Guatemala, por eso solo queda esperar lo peor, bajar las expectativas, porque si no se clasifica, no pasa nada, y si se clasifica, pues nos ponemos alegres, ya saben a que me refiero, jeje.

—Mirá pues, Diego Iespien tenías que llamarte, si hasta parece que supieras lo que decís.

viernes, 12 de septiembre de 2008

15 de septiembre

— Ya vieron muchá, el centro está de nuevo sitiado, es la segunda vez en el año; primero fue la semana santa, llena de marchas fúnebres; ahora el quince de septiembre, con su tamborileo y, de plano, es imposible circular.

—La independencia dicen, solo pajas es la mara, con tal de sacarle pisto a los papás siguen necios con los desfiles; de todas formas estás de pelex mano.

—Un poquito, pero estoy escribiendo una historia para mi blog.

—Ya viste pues, solo pajas, vaa bos Beto.

—Ujum,

—Ya no me interrumpan pues, tengo que escribir la historia, quiero ir al baño, pero me voy a aguantar, si no pierdo el hilo.

Los dos años que pasé en Guatemala, cuando era niño, me dieron el panorama del país al que regresaría ya siendo adulto. Aprendí el español con alguna dificultad, debido a mi forma de hablar, en ese tiempo conviví con los verdaderos discriminados. De cualquier manera, para la gente, yo era un ente raro. Cuando vivía en Cobán apenas me miraban, pero los viejitos se corrían cuando se topaban conmigo en la calle. Luego supe de la leyenda del negro, y de cómo los finqueros contrataban (o compraban, ¿quién sabe?) a un hombre de mi color, lo dejaban suelto y desnudo, por la noche, entre los cafetales, para prevenir los robos que se hacían a los sembrados. Así que para los viejos yo era una especie de duendecillo negro, y para los ladinos, alguien raro; pero con la fama de santa adquirida por mi madre, nadie se metía conmigo, ni se atrevían a ponerme apodos.

El quince de septiembre los cuques siempre aprovechaban para hacer su propaganda, además buscaban una forma de celebrar, algo que nunca faltaba era la elección de la reina del regimiento.

El primer año, el coronel le ordenó al marido de mi mamá que le diera doscientos quetzales a una muchacha indígena, ella era preciosa y sería la representante del regimiento en las fiestas del siguiente agosto, casi un año después. También se había elegido, a dedo, a una reina ladina, las dos lucirían su belleza durante todo el año.

Normalmente se le daba a la reina ladina una cantidad mayor, recibía el título de madrina del regimiento y se le proporcionaba dinero para ropa, zapatos y maquillaje, todo lo necesario para verse bien en los eventos. A la reina indígena, casi siempre de menos de quince años, se le asignaban, escasamente, unos cincuenta quetzales, para que viera que hacía, pero el coronel quería que la de ese año, como era excepcionalmente bella, tuviera una ropa digna del regimiento y le entregó aquel dinero; al cambio actual serían más de cuatrocientos dólares (vaya si estaré viejo). A la patoja ladina la trajeron de una aldea y era lo que se dice: una ladina pobre. Fue un escándalo en el pueblo, porque no se eligió, como siempre, a alguna hija de finquero. Como no querían hacerla de menos le dieron la misma cantidad de dinero, para que se comprara algo de ropa. La chica y su madre hicieron viaje a la capital para hacer las compras.

El día del desfile, el coronel estaba seguro que lo iban a envidiar, cuando lo vieran del brazo de las dos bellezas, una pelirroja y la otra indígena; pero la primera sorpresa fue que la niña indígena no llevaba ropa nueva, y aunque se miraba bien con lo que traía puesto, era notorio que se trataba de ropa vieja. La segunda sorpresa fue que la pelirroja se había puesto el vestido más feo y vulgar que le pudieron comprar; era una cosa roja, llena de vuelos, fatal mezcla entre un traje de sevillanas y un disfraz de meretriz del Moulin Rouge, súper maquillada, casi parecía un payaso.

El coronel suspiró, frunció el ceño, pero tuvo que desfilar. Más tarde pensó que la pelirroja no había escogido bien el vestido, pero quizá para la fiesta de la noche lo haría mejor, entonces se animó a decirle: vamos a la fiesta por la noche, se me viste bien patoja.

Al baile, la pelirroja llegó con el mismo vestido rojo, la fiesta fue una locura, porque las niñas bien del pueblo se la pasaban cuchichiando. Todo esto lo escuchaba yo al otro día, mientras los adultos de la casa chismeaban.

El marido de mi madre fue conminado a investigar que había pasado con el dinero, así que llamó al padre de la niña indígena y a la madre de la pelirroja, para que llevaran los recibos de lo que habían comprado. En esos tiempos no era común pedir comprobantes, por lo que llegaron con las manos vacías.

Primero llegó el padre de la niña indígena, ante la pregunta solo se limitó a decir: pues la niña tiene ropa y nosotros necesitábamos unos coches y unos chuntos, para celebrar la siembra, así que en eso me gasté el pisto. Era evidente que el hombre pensaba que el dinero había sido un pago por prestar a su hija.

La mamá de la pelirroja llegó al rato, toda agitada, ella si tenía un recibo por ciento cincuenta quetzales, de una tienda de la sexta avenida. El marido de mi madre se reía mientras lo contaba: sabés que compró con ciento cincuenta quetzales: calzones y brasieres. Resulta que la niña no acostumbraba usar ropa interior, y como pensó que si la invitaban a Quetzaltenango, al año siguiente, tendría que dormir con otras patojas y no quería que la juzgaran, por eso le compró ropa interior de lujo, según ella, y con lo que le sobró compró tela, con la que la vecina confeccionó el vestido que utilizó. Eso le dijeron y eso escribió en el informe que presentó al coronel.

—No muchá, ya no aguanto, ahorita regreso.

—Vos Beto, vení, ayudame a terminar la historia del Johan.

—Nel hombre, se va a malear.

—Si no le gusta que lo borre.

Esa noche el coronel levantó a la tropa, a eso de las dos de la mañana, personalmente se encargó de que los tres pelotones a su cargo corrieran diez kilómetros, con la mochila a cuestas, y después, solo por joder, mandó a dos sargentos a la casa de las reinas, para decirles que repusieran el dinero o que se atuvieran a las consecuencias.

La indígena salió huyendo, hacia México, pero sus padres no alcanzaron a llegar al pueblo próximo, la patrulla los alcanzó. La otra se fue a la capital, con sus padres. Se escondieron unos meses en la casa de unos tíos, ahí conoció a un oficial que la cortejó unos días, y ella le terminó contando su historia.

Una tarde del tercer mes, el coronel estaba parado en el umbral de la puerta de la casa de los tíos; se miraba como quien llega de un largo viaje, pero sin equipaje, tenía un gesto de venganza, a su lado estaba el oficial, quien pronto se convirtió en capitán. Los padres no pudieron pronunciar palabra alguna, el coronel tampoco dijo nada, pero el movimiento de su cabeza les indicó que lo siguieran. Estaba claro que el coronel no se iba a quedar solo con las explicaciones.

Ya de regreso en el pueblo, mandó a su mujer con la pelirroja, para que comprara unos trapos decentes; por supuesto, la chica tenía que ir con él, al año siguiente, a Quetzaltenango.

—Aguas que ahí viene el viejo.

—¿Qué onda muchá?, ya vinieron a chingar mi historia, ahora que se quede así.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Milagros y milagreros

Mi madre, quien para nada fue una santa, llegó a ser considerada como tal, luego de una experiencia alucinante que tengo grabada en mi memoria, es uno de los recuerdos más viejos que tengo.

La primera vez que vine a Guatemala, por escasos dos años, fue cuando ella se caso-juntó con un oficial del ejercito que conoció en la frontera. Ella era una mulata excepcionalmente hermosa, tanto que algunos aseguraban que fue la inspiración para aquel libro Carazamba, algo que, históricamente, no puedo negar ni confirmar.

El asunto es que el tipo estaba destacado en Cobán, como oficial de abastos (no sé como le llaman), él se encargaba de tener comida para la tropa y los oficiales, por supuesto tenía que ser cantidad y calidad. Yo no era su hijo, pero me vine con ellos para que, según mi madre, le hiciera compañía y me alejara un poco de mis abuelos, con quienes regresé a vivir, pero eso es otra historia.

El día que sucedió lo que quiero contarles, mi madre llegó de la calle toda apresurada. Como esposa de un oficial (al menos así lo decía el oficial); no importaba ni su color, ni el de su hijo, ella podía usar un carro con chofer. Llenó una caja con provisiones: pasta, sopas, frijoles, arroz, azúcar, pan y aceite; cosas que normalmente abundaban en nuestra casa; llamó al chofer, quien trajo un vetusto jeep donde nos subimos, ella y yo, el bebé (no lo había mencionado, ella tenía un bebé con el oficial) se quedó con la niña qeqchí que lo cuidaba.

Apresurando al chofer, nos dirigimos a una colonia que estaba al otro lado de la ciudad. En ese lugar, alguna compañía extranjera construyó una hilera de casitas de madera, a la orilla del río Cahabón, y con los años las dejaron abandonadas, ahora estaban habitadas por gente muy pobre (aunque, curiosamente, todos eran blancos), quienes se dedicaban a la mecánica y otros oficios. El chofer paró en la última casita, yo me quedé viendo a tres niños que venían de regreso del río, totalmente empapados, su piel blanca y pelo rubio me asustó, por lo brillante. El mayor era más o menos de mi edad, unos seis años, y el más pequeño apenas podía caminar. Atrás de ellos venía una mujer, chiquita y pelirroja, traía puesto un vestido largo, de algodón, floreado, también venía empapada.

Mi madre estaba parada en la puerta de la casa, la mujer, visiblemente asustada, se acercó a abrir la puerta, estaba descalza y sin medias, subimos los tres escalones de la vivienda y entramos a una casa cuya pobreza y suciedad me asustó.

Los niños nos metimos corriendo, mientras la madre les ordenaba cambiarse de ropa y ella, sin cambiarse, atendió a mi madre en un comedor, donde una mesa y tres sillas viejas estaban atiborradas de ropa sin planchar. Riendo nerviosamente le dijo a mi madre que como hacía tanto calor había llevado a los niños a nadar al río, a mi me pareció bastante tonto eso de nadar con ropa.

Mi madre le ordenó al chofer bajar la caja, él la puso sobre la mesa de la cocina y sacó las cosas. La mujer hizo cara de sorpresa, pero de inmediato tomó un cuchillo para abrir una enorme lata de sardinas. Los niños llegaron gritando, agarraron pan y sardinas y los devoraron, demostrando tal hambre, algo que nunca antes había visto; negro y todo, yo jamás pasé un día sin comer. Abrieron otra lata, hasta entonces la mujer le ofreció una silla a mi madre, ella se miraba un poco molesta. Después de comer, los patojos nos fuimos a jugar, pero alcancé a escuchar que la mujer sollozaba, por momentos, otros lloraba a gritos.

Al día siguiente una mujer llegó a ver a mi madre, luego otra y otra. No pedían nada, pero traían noticias. Yo me paraba en la puerta de la cocina para escuchar lo que hablaban, así fue como me enteré que la mujer, a la que llevamos comida, presa de la desesperación, después de haber dado la última miga de pan a los niños, había decidido ahogarlos y ahogarse ella misma en el río. Estaban jugando, mientras ella agarraba valor para hundirlos, cuando escucharon el motor del jeep y no pudo hacerlo. Con la comida que le llevó mi madre se ayudó por un par de semanas, después decidió buscar trabajo y atenderlos, nunca más pensó en matarse ni en matarlos.

El marido de mi madre llegó por la noche con la noticia, ya te convertiste en santa, la gente hablaba de ella como la enviada de dios, la que había logrado parar un suicidio y tres infanticidios. Ella se reía, casi sin parar, mientras le contaba la verdad.

El día anterior había visto a la mujer entrar al cuartel, normalmente llegaba a vender su cuerpecito a los oficiales de turno, era un comercio que no dejaba huellas ni evidencias y que el coronel agradecía, porque era una mujer exótica, por su color de piel, no una india cualquiera, como le escuchó decir. Pero ese día el hombre utilizó sus servicios y no le pagó. La sacó a empujones de la oficina, mi madre la vio salir, humillada y cansada, luego escuchó al militar jactarse, con sus suboficiales, de que al fin se había librado de esa mujer.

A mi madre ese coronel no le simpatizaba para nada, por eso decidió llevarle comida a la mujer, para apoyarla, especialmente porque aquel hombre se burlaba del oficial y de su esposa negra. La casualidad quiso que evitara la muerte de ella y sus hijos, lo que todo mundo consideró un milagro, cosa que dio fama a mi madre y evitó que se le viera mal por su color.

Bueno, está algo pajera la historia, pero debo decir que es cierta. Al final de cuentas un milagro no es más que una casualidad, o no.

viernes, 22 de agosto de 2008

Señales

Hace un mes que no hay taller, resulta que decidí tomarme unas vacaciones, y aunque la mara me sigue buscando y la viejita fiel, una doñita que me trae champurradas y café, siempre llega a dejármelo, yo le digo que vamos a empezar de nuevo en septiembre, que no se desespere, que siga escribiendo y luego discutimos sus textos, ella se queda a platicar un rato y luego se va, algo tristona, porque quiere compartir lo que escribe.

Los ingresos que me provee el taller siempre hacen falta, pero tambien las vacaciones, de todas formas, a pesar de la crisis, siempre hay algo de pisto para salir a comer con los cuates, aunque cada vez menos. Los más asiduos son el Adán y el Beto, el Jonás no siempre viene, pues ahora está predicando doble para ajustar lo del gasto, dice que ha tenido que utilizar las más grandes maldiciones del infierno, para asustar a la gente que no está muy segura, porque ya le está costando bastante vivir.

La cosa es que hemos salido menos que antes, todo por la falta de pisto. El Adán jura que me estoy haciendo viejo y me aseguró que necesito salir, conocer muchachas y cambiar de aire (a uno más viciado, supongo), así que el miércoles 13 llegaron todos alharaquientos a llevarme a una presentación de cuentos policiacos.

El asunto es que el adán se ha contagiado de la moda de la novela negra, y me reta, diciendo que yo no domino el tema. Mira patojo, le digo yo, la cosa con la novela policiaca es siempre de investigación y vos no tenés disciplina para eso.

Por más que intenté explicarle que el universo de la novela debe ajustarse a la realidad intrínseca de la misma (jeje, ya me estoy pareciendo a aquel crítico, aquel hombre); o sea, la construcción de Narnia, requiere que Narnia llegue a existir, con todas sus leyes, incluso si esto significa que la gente vuele o sean centauros. Por eso, cuando se trabaja con estos temas hay realidades indiscutibles que hasta los aficionados conocen, por ejemplo: cuál es el orificio que deja la bala de un AK-47, una uzi o una 38; que diferencia tienen las distintas armas, hasta donde puede dañar un verduguillo… Porque la gente ve programas de detectives en la tele y con eso llega a pensar que sabe bastante, que eso es suficiente, pero eso solo sirve para que se les incremente la fantasía.

Pero bueno, me convencieron. No les voy a contar como estuvo la lectura, sólo diré que por ahí me encontré al Dr. Sabihondo Piláz y, entre cuento y cuento, me comentó que él pensaba que los textos tenían muchos lugares comunes y que se notaba la falta de investigación, yo no le pude argumentar nada al respecto, pues andaba muy cansado y como a los quince minutos de estar sentado me quedé dormido, solo escuché que el Adán le decía al Beto: mira al viejo, pues, siempre se queda dormido en las lecturas. Al rato nos salimos.

El Beto dijo que había oído que en la casa Ibargüen estaban las canelitas finas (esas chavas que andan leyendo por todos lados), y nos fuimos para allá. Creo que los astros estaban alineados en contra, o sería porque andábamos a pie, pues cuando llegamos la actividad estaba terminando. Solo alcanzamos a ver a una mujer, muy impactante, que cantaba boleros. La reconocí de inmediato como una de Las estrellas de la línea, me senté y me transporté a la época cuando con un cuate nos íbamos a dar serenatas románticas en un pueblito del norte del país, guitarras, maracas y la voz de tenor de aquel, lograron que se abrieran, no una, muchas ventanas y corazones. La voz de la mujer era muy buena y su guitarrista era un patojo de barrio, pero con tablas y personalidad. Hasta se echó una de Elvis.

Me quedé pensando en que, de plano, ya me estoy volviendo decadente; me explico, al terminar todo el rollo nos fuimos a echarnos unas frías a las Cien puertas, y un par de chavitos, muy jóvenes ellos, hablaban de las dos actividades y hacían comparaciones, el primero mencionó: que huevos vos, esa vieja si que nada que ver, que canciones más retro; y el otro decía: vos, que originales que son las historias de aquellos. Así que pensé, lo instantáneo y automático les gusta y no les gustan los boleros… En serio que ya estoy viejo.

viernes, 15 de agosto de 2008

Las estrellas de la Filgua

Me fui a la feria no muy convencido. A pesar de que me envían dinero duro (libras esterlinas), la crisis está fregada y no creo conseguir ninguna consultoría en los próximos tres meses. Así que comprar libros, que es algo así como un pecadillo menor en mi pesada situación económica, se convierte en un evento mayor, ante los precios que habitualmente tienen los libros en este país.

Le dije al Adán que lo acompañaba sólo porque el cuate está en su faceta fetichista con los libros e insiste en tenerlos autografiados por su autor, y en la feria andaban varios. Además el Beto y el Jonás le echaron vicks, ambos dijeron que a ellos la feria del libro se las pelaba, entonces no le quedó más remedio que rogarme para que lo acompañara.

Mientras el Adán corría por los pasillos persiguiendo a las estrellas, yo me contenté con ver anaqueles, como niño pobre en juguetería, relamiéndome con los títulos que alguna vez pensé indispensables y riéndome de los fundamentalistas religiosos que también tenían sus stands, con las últimas novedades bíblicas, El secreto y Brahma Kumaris, en extrañísima conjunción.

Debo decir que a mi la mentada feria internacional del libro no me gusta, cada vez la anuncian con mayor pompa, se ve que reciben financiamiento para la promoción, pero los libreros siempre tienen los mismos libros, a precios elevados, las ofertas brillan por su ausencia, casi no hay literatura que valga la pena leer, las actividades son un calco de lo visto otros años, con el agregado de que, este año, pusieron los salones uno junto al otro y las lecturas eran simultáneas, entonces se armaba tal alboroto con el sonido, una verdadera pelea, cada presentador tenía que leer más alto que el vecino para que su exposición fuera audible, un completo mercado; en fin, para que seguir quejándome, mejor les sigo contando.

Andaba por allí un promotor cultural, de pueblo, intentando convencer a algún funcionario del ministerio de cultura para que lo patrocinara en su próximo evento. También me pude dar cuenta como un escritor discutía con otro funcionario, quien le decía insistentemente: su libro está en la lista y será publicado dentro de algunos meses, la cara del escritor denotaba una profunda desesperación.

Un grito me heló la sangre, la mara posmo se hizo presente, me dije a mí mismo, pero no, era un pregón que anunciaba eventos en la sala infantil, ahí un cuenta-cuentos trataba de divertir a un grupo de niños aburridos que hacían berrinche porque querían que les compraran libros, pero todos los papás coincidían en que estaban carísimos.

Terminé comprándome un par de libros en la tipografía nacional, los únicos baratos de todo el salón y comiéndome un par de tacos, mal hechos, en el área de restaurantes, a todo esto el Adán había desaparecido.

Ya entrada la noche me metí a una conferencia, que apenas se escuchaba, de la que salí casi espantado, para encontrarme a un circulo de jóvenes, y otros no tanto, que leían la poesía erótica más ingenua que he escuchado en mi vida.

El Adán me alcanzó para contarme que algunos de sus ídolos no habían querido firmarle los libros, incluyendo una mujer que caminaba como diosa por la feria.

Observé a un padre que, pacientemente, trataba de convencer a su hijo, para cambiar una lujosa edición de la odisea, bellamente ilustrada, por un librito más barato y leible, resulta que el niño creía que aquello era una tira cómica.

Cuando salimos, le tuve que ajustar al Adán para el taxi, porque se había quedado limpio, entonces comprendí que las verdaderas estrellas de la Filgua eran todos aquellos que, intentando leer en un país de analfabetos, habían ido a la feria con la esperanza de encontrar libros baratos y actividades interesantes.

viernes, 1 de agosto de 2008

Entrevista pajera con Chepito King Lopezca

El Pepe Luis anda emocionado, por estos días, dice que ha inventado un nuevo género de entrevista, la entrevista virtual dice él que se llama. Eso ya existe le dije yo, pero él necio, claro que existe, yo la inventé, volvió a repetir y agregó, si querés te demuestro ahorita mismo como se hace, y dicho y hecho, casualmente en ese momento se apareció por la web el maestro y pionero de los blogs, Chepito King Lopezca y sin mediar palabra inició con la preguntadera. Dos horas después el resultado quedó a la vista. Aquí se los dejo.

Entrevista pajera con el maestro Chepito King Lopezca
Por Pepe Luis Cardamomo

¿Pregunta de rigor maestro, como se inicia en el mundo bloguero?
Al ver que cualquiera podía escribir cualquier cosa impunemente en un blog, y que además había quién leyera, me tiré al agua sin pensarlo mucho en marzo 2004

¿Desde el inicio fueron anécdotas?
La idea inicial era escribir relatos, cuentos, pero yo no sabía si me saldrían. Entonces había que contar anécdotas.

¿Es cierto que cuando era chiquito una pitonisa le profetizó que llegaría convertirse en bloguero?
No, me profetizó que yo sería globero, de esos que venden globos.

Ya veo, ¿todo fue una confusión de términos entonces?
Pues no tanto, ambos, el globero y el bloguero, venden aire.

¿Y considera que está vendiendo sus anécdotas?
Pues ahora ya no son tan anécdotas, son mal que bien, relatos. "Vender" no siempre se trata de dinero, se trata de transacción: yo escribo, usted me lee y comenta.

¿Y qué gana con que lo lean o lo comenten?
El ego, siempre se siente bien cuando a uno le dicen que lo que escribió está bonito. El problema está cuando te dicen que no les gusta o no se entiende. Si no dígale a cualquier escritor chapín que lo suyo no es tan bueno que digamos y me cuenta.

Sé de que me habla, ¿qué tan auto-crítico es?
Esa es una buena pregunta. La verdad es que no sé, pero a mí me gusta lo que escribo, si no, no lo pondría en el blog.

¿Es usted posmoderno? ¿se siente posmoderno?
No, yo soy Chepito King y me siento Chepito King

¿cree usted que exista algo o algún lugar llamado posmodernidad?
Pos la verdad es que no sé. Pero a más de alguno parece que le gusta ir por ahí.

¿O cree que es un invento para vender libros o promocionar estrellas literarias?
Puede ser, y si se venden más libros así, pues que lo hagan.

¿Qué opina de los libros, en general? publicaría un libro?
Pues si es un buen libro, lo disfruto, si es uno malo, lo abandono. Si se puede pensar en que un libro mío agote su primera edición, pues me aviento.

Pero eso no hay manera de garantizarlo, no es como pedir treinta y cinco comentarios
No, claro que no, pero lo que quiero decir es que la meta es agotar la edición y no sólo publicar en papel.

Es cierto, para una edición debe ser agotador estar todo el tiempo en los estantes de la librería, ¿no cree?
Es más agotador para los estantes, se me ocurre.

Que ocurrente maestro. ¿Financiaría un libro suyo, es decir, pondría de su pisto para publicarlo?
Claro que sí.

¿Y uno mío?
Claro que no.

Tiene 4 años en la blogósfera, ¿siente que es un pionero?
Más bien soy un aguantador.

¿Alguien lo ha querido expulsar?
Cuando tenía 13 años jugué un par de partidos de fut en el CEJUSA, pero sólo me sacaron amarilla.

No entraba shuco en aquel entonces, ¿entonces?
No, fue porque dije "¡pónganle huevos muchá!"

Era mucho pedir, de plano, y ahora, en el blog, ¿entra shuco? ¿ha agredido a alguien?
No, a nadie, ni si quiera metafóricamente.

¿Y alguien se ha sentido ofendido por lo que usted escribe?
Sí, algunas veces

Que sentidos, ¿y en qué sentido?
A veces el lector no distingue entre personaje y narrador.

¿Lo han plagiado alguna vez?
Sí, una vez un tipo argentino copió varios textos del blog y los colocó en el suyo, sin decir de quién eran o de dónde los habías sacado.

¿No me diga que fue un gordito cabezón que se hace llamar Casciari?
No, no fue él, yo leo su blog y no he notado nada.

Le cuento que él dice que cuenta anécdotas mejoradas, hay que estar alertas.
Sí, Hernán envía alertas de cuando escribe, por mail.

¿Cuál es la intención de seguir manteniendo un blog después de cuatro años?
Mejorar mi escritura y ganar unos cuantos dólares.

¿O sea que algo se va ganando?
Se perdió la comunicación por un instante, me podría repetir su respuesta?
la respuesta fue: Alguito.

¿Podría vivir solo de escribir en un blog?
Del mío no.

¿Y de otro blog?
De uno suficientemente comercial, sí se puede.

Entonces tendría que dejar de escribir, para hacerlo comercial?
No, lo más fácil es montarse otro blog que sea comercial y esperar unos dos o tres años.

Entiendo. Cuatro años en la web es toda una eternidad, supongo que ha visto nacer y morir infinidad de blogs.
Sí, he visto varios. Empiezan con entusiasmo y después de algún tiempo se cansan.

¿Cuál es la esperanza de vida de un blog, sabría calcularla?
EV = OC / EdA.
En donde:
EV = esperanza de vida
OC = objetivos conseguidos
EdA = espectativas del autor
Cuando OC es muy pequeño, se abandona rápido. Cuando OC es casi igual que EdA, también suele suceder.
También hay unos que amenazan con irse y no se van. La que es vuelve.

Supongo que muchos hacen falsos finales.
Sí, la estrategia es decir: "me voy me voy, cómo sufro, ya conseguí lo que quería, etc, etc". Los lectores entonces tienen que pedirle al bloguero de turno que no se vaya, que no pueden vivir sin él. Y vuelve, triunfal, aclamado por todos sus 4 lectores.

¿Tiene usted muchos lectores?
Una buena cantidad de visitas sí. Pero lectores, lectores, yo calculo que no son tantos.

¿Serán más de 5?
Sí, creo que sí.

Se la voy a poner difícil, que opina de la blogósfera chapina, se atrevería mencionar algún blog que no debería estar?
Cuando yo empecé, éramos siete blogs chapines, ahora dicen que ya son seiscientos. No creo que haya alguno que no deba estar. ¿A quién hace daño que tal o cual tenga un blog y hable de lo que se le ronque la gana?
Ahora, sobre la blogosfera chapina: me ha alegrado encontrarme con blogs que a mí me gustan, otros sólo me interesan. Los que no me gustan o no conozco, no los leo.

Sería interesante que pudiera leer los que no conoce, pienso, es una broma maestro. ¿Y alguien le ha dicho que su blog no debería existir?
Sí, claro, búrlese de mis lapsus, para eso son los blogs a veces, para burlarse los unos de los otros. No me acuerdo si me han dicho que mi blog no debería existir.

¿Qué es lo más feo que le han dicho en un comentario en su blog?
Han insultado varias veces, pero la verdad no me acuerdo de una en particular. Cuando pasa de cierto límite, los borro, pero borro muy pocos, en general no me tomo muy a pecho los comentarios.

¿Ha tenido un troll?
Se aburren de trollear conmigo, porque no les hago mucho caso, ni les respondo.

¿Podría tener a un troll como mascota?
"Trollear", esa palabra queda muy fea.

Suena como a Follar, jeje.
Si es un troll adorable por ser ingenuo y de poco seso, pues sería divertido.

¿Cree que un troll es un bloguero frustrado?
Prefiero imaginarme que es alguien a quien le gusta chingar.

Ha sido usted troll alguna vez?
No niego que a veces me gusta llevar la contraria, y probar qué tanto se toma en serio el dueño del blog en donde comento. La susceptibilidad, a veces, hace que la gente piense que quien dice que no está de acuerdo con algo es un troll o un envidioso. En todo caso, si digo algo que pueda ofender a alguien, me disculpo o me retracto. Con eso no me hago problema.

¿Se considera un Blogstar?
No.

¿Existen Blogstar, conoce alguno que crea serlo o que lo sea?
Los blogstars andan más por España, México o Argentina, y todos, absolutamente todos, responden que no son blogstars.

¿Y en Guatemala, piensa que alguno se considera Blogstar?
No creo.

Por cierto, antes lo veía comentar más en blogs ajenos, ¿cuál es el motivo por el que ya casi no lo hace? Será un síntoma del Blogstar?
No, es más bien una combinación de cosas: la gente susceptible porque yo le llevo la contraria, y la enfermedad y muerte de mi papá.

Es comprensible.
Ya para ir terminando maestro, ha sido usted muy generoso con sus respuestas. ¿Cuál cree que sea el futuro del blog?
El blog es un formato de presentación de contenidos, ahora de moda. Sobre su futuro, no sé mucho. Yo espero escribir durante mucho tiempo en internet y que haya quién lea lo que escribo. En el formato que sea.

¿Compite el blog con el libro?, ¿desplazará el blog al libro?
Pongámoslo de otro modo: ¿Compite la literatura en la web con los libros? ¿Desplazará la literatura en la web a los libros?

¿Me va a entrevistar usted a mi?
Yo pienso que la literatura en la web terminará desplazando al libro de papel. Pero aún no, falta mucho. Todavía es más incómodo leer en una pantalla que en un libro. Cuando el internet sea tan portable que se pueda leer cómodo, y se pueda leer en el baño o en la camioneta, ahí se terminara el libro.

Son predicciones apocalípticas maestro, si se considera que en Japón ya publican novelas por medio de mensajes de texto, ¿quiere decir que el fin está cerca?
No está cerca. Hay una relación fetichista con el libro como objeto, de parte de los que ahora compran libros. Eso costará mucho erradicarlo.

¿Quiere usted erradicar el libro, acaso?
No, claro que no, al libro entendido como un documento físico o electrónico que contiene literatura, no. Al libro de papel es al que le veo un final. Quizá me equivoque.

Como pudimos leer, líneas arriba, hay anécdotas para rato. ¿Tendría unas palabras finales para sus lectores y para el bloguero que se inicia y para el que quiere abandonar la blogósfera?
Gracias por la entrevista pajera. Si alguien tiene un blog que procure pasársela bien escribiendo y recibiendo comentarios. Si se aburre, que lo abandone. No hay que hacerse bolas.

Gracias maestro, sabias palabras.

viernes, 25 de julio de 2008

Feria del libro

El profe Pedrito era un gran promotor cultural, además de los juegos florares del pueblo, organizaba, año con año, la feria Inter-departamental del libro.

Dentro del marco de la feria, también organizaba un festival de escritores, y se preocupaba por invitar a lo más granado de la literatura nacional, algunas veces incluso invitaba a escritores extranjeros. Claro que no todos llegaban, como ya les he contado, el pueblo estaba muy alejado de las carreteras principales, entonces la feria, casi siempre, constaba de tres o, cuando mucho, cuatro stands que se ubicaban en el parque central. Dos de ellos eran del profe Pedrito, pues él era el propietario de la única librería y de la única editorial de por allá.

Hace algunos años convencí al Beto, al Adán y al Jonás para que me acompañaran. Con la paja que iban a llegar unas poetas mexicanas, finalmente, accedieron. Casi me matan cuando, al estar allá, resultó que solo eran ellos, el profe Pedrito y yo, en todo el festival. Eso sí, el escenario estaba dispuesto y las lecturas programadas y como aquellos son algo baratos para eso de leer en público, entonces le entraron con fe.

El Adán fue enviado a dar un taller de creación literaria a la escuelita, su intervención fue muy aplaudida por todos los niños, eran unos diez, luego todos le pedían su autógrafo. También se robó el show en la velada cultural, la entonación de su voz, al leer sus eclécticos versos, hizo que todas las patojas suspiraran por él, hasta parecía estrella de televisión. El profe Pedrito, entusiasmado por la actuación del Adán, decidió darle un diploma conmemorativo, en donde lo nombraba la revelación del festival, también le dio un pergamino, firmado por el alcalde, en donde lo declaraban visitante distinguido.

La participación del Jonás y el Beto fue un poco más discreta, aquellos no son tan dados a ese rollo de brincar encima de los bancos o leer como si a uno lo fueran corriendo, pero también arrancaron los aplausos del respetable.

Después de tres días de estar comiendo de gratis se les pasó el enojo y aceptaron, de buena gana, ser los objetos extraños en el pueblo. Asumieron su papel de intelectuales invitados y se la pasaron bien. Durante el día, en los stands de la feria, aprovecharon para vender sus libros, y al mismo tiempo autografiarlos, cada uno vendió como tres.

La parte que no le gustó a la gente fue la correspondiente a las ponencias, porque cada uno se fumo cosas como: El desarrollo de la poesía en el ámbito rural, mientras se piensa en lo pesado del tráfico en la urbe. Las incidencias de lo religioso, visto por un ser arrepentido de haber sido protestante y las posibilidades literarias. Lo aburrido que se vuelve viajar en camioneta, para asistir a festivales departamentales de literatura; cosas por el estilo leyeron, pero no alcanzaron la misma aceptación que las lecturas de su obra.

Durante varios años se habló de lo increíble y diverso que fue esa feria, aquellos no han querido acompañarme de nuevo, para no borrar de la memoria lo bien que estuvo, dicen.

Mientras nos tomamos una chela bien fría, de la cámara del internet del Adán, recordamos esta anécdota. Esas son ferias del libro, dice el Beto, mientras lee la invitación que acaba de recibir.

viernes, 18 de julio de 2008

Profesiones de alto riesgo

Debido a que, ahora, tengo como aprendiz a Diego Iespien, he estado hablando de fútbol y otros deportes, probablemente más de lo que me gustaría; tanto así que el Adán y el Beto hasta me dicen que mejor adopte al patojo, porque sólo con él me la paso platicando, pero no es eso, lo que sucede es que el muchachito es bastante necio; que quiere aprender dice.

Pero hemos recordado con él anécdotas de amigos que tienen profesiones de alto riesgo y de como cada deporte tiene sus propias palabras y forma de describir las cosas, nada bonitas, pero si pintorescas, culpa de los comentaristas deportivos, pero de ellos les voy a platicar en otra oportunidad.

Hace unos días, hablábamos de una amiga médica, con alma de gitana, quien difícilmente se queda en la capital más de un par de semanas. Usualmente me llama y nos tomamos un café, ella, como participante en los talleres, me cuenta sus historias y anécdotas, rogando porque yo las escriba, porque, como ella misma dice, no tiene ninguna vena literaria, deformación profesional, que le dicen.

Pues nos contaba que en el pueblito donde actualmente labora, una de sus funciones es hacer los informes forenses de las lesiones que se propinan unos a otros en el pueblo (peleas de cantina, mujeres agredidas, etc)

Un lunes que regresó, en el escritorio le esperaban una docena de solicitudes de exámenes que requería el juzgado, revisó y examinó los primeros hasta que se topó con una que decía: Se le solicita informar acerca del tratamiento que le dio a Elayma en la fecha…

La fecha se refería al domingo anterior y ella no estaba en el pueblo ese día, por lo que pidió las notas de las personas atendidas y revisó una y otra vez sin encontrar a ninguna Elayma. De repente entró a la clínica uno de los choferes de ambulancia y le dijo ¿ya se enteró doctora de lo que pasó el domingo? Y dice a contarle del partido de ascenso a la tercera división y como los llevaban con ventaja y luego que Elayma no nota una falta y que les meten el segundo gol.
Y viera doctora como agarraron al pobre laima, le tiraron un botellazo que le rompió la ceja, lo trajeron aquí para que le pusieran unos puntos al hombre y yo me lo tuve que llevar en la ambulancia porque se estaba desmayando

Ahí fue donde ella cayó en la cuenta de que Elayma se refería al line man o guarda-línea, quien había sido agredido por la turba descontenta, y todo porque perdieron.

Y no es para menos, ser árbitro es una profesión de mayor riesgo que la del policía, y no sólo en este país.

viernes, 11 de julio de 2008

Tenis

Desde que en el deporte se enquistaron las mafias y los deportistas fueron elevados a alturas insospechadas gracias al uso continuo de esteroides, cualquier manifestación del espíritu humano, por medio del esfuerzo atlético ha dejado de importarme.

Los ejemplos son muchos, casi siempre después de una gran faena viene la acusación de dopaje.

Yo opino que deberían legalizar la utilización de los esteroides, pero mejor no porque luego habrían muchos deportistas muertos a temprana edad, si, mejor que no los legalicen.

Este rollo es porque en días pasados llegó a mi taller un jovencito, a él no le interesa para nada la literatura, su vida es el deporte, aunque no lo practica, porque es poseedor de un cuerpo tan endeble, que difícilmente aguanta el menor esfuerzo físico. Pero como su pasión es escribir crónicas deportivas, entonces llegó para que le ayudara a perfeccionar su forma de redactar (como si yo pudiera, jeje). El patojo se llama Diego Iespien, y es, para decirlo en términos apropiados, el nuevo fichaje del taller.

Dieguito me hizo llegar la crónica del reciente juego entre Roger Federer y Rafael Nadal, la que les transcribo en este espacio.

No volverá a crecer la hierba bajo los pies de Roger y Rafa

Principes, princesas, presidentes, primeros ministros, padres de los deportistas, novias, entrenadores, autoridades deportivas, público en general, sean todos bienvenidos a la gran final de Wimbledon, el más grande torneo de tenis jugado sobre hierba. Quizá esas fueron las palabras protocolarias, todos sabían que sería un gran juego, obvio, jugaban el número uno y el número dos del mundo; pero nadie imaginaba que iban a presenciar el mejor partido de la historia, así fue calificado por los entendidos en la materia.

Roger venía de ser aniquilado en Roland Garros, y traía la historia sobre sus hombros, ganar cinco veces consecutivas en Wimbledon es una hazaña, pero la sexta sería histórico. Por su parte Nadal cargaba con la estela de no haber ganado nunca un Grand Slam distinto al de París. Estaba claro, no era solo una gran final.

En el camino, ambos se deshicieron fácilmente de sus rivales, Djokovic, el número tres en el escalafón y quizá el único capaz de jugar al nivel de los finalistas, defraudó temprano en el torneo.
Las condiciones atmosféricas hicieron la suyo para contribuir a la tensión, dos aplazamientos por lluvia, además de casi cinco horas de partido, convirtieron en un martirio el espectáculo, aún así nadie quería que terminará. Federer se vio abajo en los dos primeros sets, pero luego de la primera suspensión regresó más frío y concentrado. No se puede decir que Nadal haya desperdiciado las posibilidades de cerrar antes el partido, basta recordar que el tercero y cuarto set se fueron al tie break. Vendría el quinto set, épico hay que decir, es necesario utilizar el lugar común, no hay otra palabra para describirlo. A veces parecía que el cansancio físico haría que todo terminara sin más heroísmo, pero la fuerza mental de ambos logró lo indescriptible. El último episodio se fue hasta las últimas consecuencias, si hubieran penales en el tenis habrían tenido que lanzar tres tandas cada uno. Pero cuando se pensaba que todo terminaría solo si alguno de los dos cayera desfallecido, Nadal quebró el servicio de su oponente y a continuación sirvió el mismo para ganar el partido.

No cabe duda, los dos son cracks. Federer basa su juego en la fortaleza mental, es frío, aniquilador, capaz de regresar cualquier bola, por difícil que sea, con la simplicidad de su revés. Nadal, en cambio, hace filigranas, regresa pelotas de espaldas a la red, por debajo de las piernas, es todo corazón; si fuera futbolista habría que compararlo con Messi.

Fue la mejor exhibición que jamás se haya visto en un deporte individual, habrá que buscar parangón en la pelea de Alí vrs Foreman, quizá. Hay algo seguro, no volverá a crecer la hierba en la cancha central del All england tennis club.

Diego Iespien

Como pueden ver Diego se apasiona, pero creo que tiene madera, a pesar que no es muy pajero que se diga, o quién sabe. Espero que les guste.

Salu pue

viernes, 4 de julio de 2008

De concursos literarios, reinas de pueblo y otros demonios…

El profe Pedrito, a pesar de que amaba los concursos literarios, detestaba los actos de investidura de la madrina de los juegos florales, denominada Musa, y aborrecía la salutación a la reina, especie de tortura literaria que coronaba los eventos.

Un año, en especial, la niña propuesta para ser la Musa era la hija del diputado del pueblo, ella
no tenía nada que envidiarle a la Miss Guatemala, excepto que apenas tenía trece años. Con un porte admirable y casi un metro ochenta de estatura y, por supuesto, suficientemente dotada, la niña aparentaba cuando menos 15 años, pero con el maquillaje que le pusieron las tías fácilmente daba la impresión de tener unos 18 o más.

Ese año fue el único que el profe Pedrito no ganó el certamen, resulta que un fuereño, jovencito él, de esos que se creen posmodernos, quien a duras penas llegaba a los veinte años, había sorprendido al jurado con una poesía diáfana y decadente. Se le dijo que tenía que llevar ya escrita la salutación a la reina, y el muchachito llevó un pergamino, en papel calco, impreso en computadora, simulando los trazos de la biblia de Gutemberg y cuyo texto parecía calcado de Rubén Darío, algo así como: Margarita, está linda la mar… en fin, un texto cursi y malo que contrastaba con la delirante poesía con la que había ganado.

El profe no podía imaginarse burla más grande, menos al ver la belleza de la Musa. El asunto es que el muchacho, al nada más conocer a la chica asumió que el texto no hacía justicia a su belleza y quizó hacer uno nuevo, porque, además, se enamoró, aunque de mala forma, de la chica.

Durante el día en que se les ofrecía un almuerzo a los ganadores y luego se les daba un pequeño tour por el pueblo, el patojo babeaba.

La niña, en realidad era muy niña, hacía lo imposible por quitárselo de encima, y el pobre muchacho no entendía los mensajes.

Ya en la noche, el famoso poeta declamó, de rodillas y con un hilo de voz que se quebraba, el poema que llevaba y mientras lo hacía casi lloraba. Aparte que se veía francamente ridículo, con jeans y una chaqueta de momostenango, el pelo rubio agarrado en una trenza y los tenis negros con figuras de calaveritas.

Para la apertura del baile era requerido que el poeta danzara noche de luna entre ruinas, acompañando a la beldad. El muchacho a duras penas lograba dar dos pasitos mal coordinados y temblaba, abrazándose a la niña, quien sonreía muy digna. Fueron muy pocos minutos de baile, pues, ante la insistencia del poeta por abrazar a la Musa, de pronto le fue arrebatada por el diputado, quien temía por la integridad de su hija.

El poeta se emborrachó y a media noche gritaba: Linda, yo me quedo aquí para esperar que crezcas, y otras sandeces por el estilo.

Ya a esa hora, tanto el profe como yo teníamos lástima por el chavo y sudábamos vergüenzas ajenas. Le tomamos de la mano y nos lo llevamos a la cantina El buen recuerdo, para que terminará de ponerse la borrachera de su vida.

Entre tragos y cigarritos, tanto el profe como yo, recordamos a otras musas de pueblo, no tan hermosas como la que obsesionaba al bardo, y convencimos al patojo que el mar estaba lleno de peces, patojas pues, y que ya, por favor, no llorara que nos estaba dejando muy mal parados a los poetas.

Al día siguiente lo metimos en la camioneta y no lo volvimos a ver por mucho tiempo.

Ayer me enteré que la primera novela de aquel escritor ha tenido gran aceptación, que escribe versos en un blog y que ha sido declarado non grato en varios pueblos. Resulta que después de conocer a Linda intentó robársela y, al parecer, trató de hacer lo mismo con otras reinas.

Yo no sé que pasa, tal vez sea de tanta mota que los patojos no razonen o es que aquí nadie se organiza; como diría un laureado escritor, cuyo nombre no voy a mencionar, porque luego dicen que uno les hace terrorismo literario.

viernes, 27 de junio de 2008

Biografía no autorizada

El profe Pedrito, como todo mundo le decía, era un entusiasta de la literatura, principalmente de la poesía. Organizó durante veinte años consecutivos los juegos florales de la finca El Ocotío, en el Tumbador, San Marcos. Por aquellos lares no habían muchos poetas y como el premio que se ofrecía no llamaba la atención, solo se entregaba un diploma, aparte que para llegar a la finca había que caminar como cuatro horas de donde lo dejaba a uno el bus, era por demás llegar en carro, porque el camino no permitía la entrada; entonces eran pocos los que participaban en su certamen, casi siempre eran los niños de la escuelita y él, que obviamente lo ganaba año con año. Fuí jurado de aquel certamen en un par de oportunidades, pero siempre que el profe venía a la capital nos tomábamos un cafecito.

En fin, el profe murió hace algunos años, pero hace poco una de sus hijas me hizo llegar un manuscrito que encontró entre sus pertenencias. El mismo, como mucha de la obra del profe, nunca llegó a publicarse; sin embargo, les comparto una parte del texto.

Biografía no autorizada de Johan Bush Walls
Nació en Belice en 1947, desde niño se caracterizó por poseer vívida imaginación y una habilidad inusual para narrar. Esto le acarreo algunos problemas en su infancia, cuando su público no era capaz de comprender la grandeza de sus imágenes. Tuvo inconvenientes, especialmente al inicio de sus estudios de magisterio, porque una de sus narraciones llegó a un inesperado final, cuando sus compañeros se sumergieron en un cenote en busca de oro.

Esta fue una de las razones por las que se trasladó a Guatemala, intentando encontrar un público más maduro y menos impresionable, para sus obras.

Por algunos meses trabajó en el desaparecido diaro El Imparcial, hasta que sus jefes descubrieron que había más de literatura que de reportaje en sus escritos, y que estos, carecían de una realidad verificable y adolecían de exceso de fantasía. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando intentó publicar a doble página: "Cristo nació en Palacaguina" y los directores tuvieron miedo de una demanda por plagio.

A principios de los años 70 se nacionalizó guatemalteco, como parte de su estrategia de supervivencia, por aquellos tiempos todavía no le era permitido regresar a Belice.

En el medio Guatemalteco se destacó rápidamente entre los jóvenes escritores donde resaltaba de manera natural.

Se dedicó durante los años 60 y 70 a dar clases en secundaria, a ir por las noches a la universidad y a asistir a manifestaciones y marchas, donde se codeó- literalmente- con la crema y nata de la intelectualidad guatemalteca, que intentaba en esos años no pasar a formar parte del panteón guatemalteco. Fue acogido por un famoso poeta revolucionario, quien lo presentó a un grupo de intelectuales, quienes tambien lo involucraron en sus actividades.

Tuvo dificultades porque su presencia era muy notoria en las calles y sus amigos le reclamaron que se "daba color". Por esa y otras razones no pasó a la clandestinidad.

Al finalizar los 70 recibió algunas invitaciones para disertar en universidades extranjeras que habían leído su obra y les impresionaba. Así fue que llegó a la Universidad de Matto Grosso, donde dictó varias conferencias, pero esa fue su perdición, pues a la semana se internó en la selva, donde permaneció perdido por varios meses.

A su regreso a la civilización se trasladó de nuevo a Belice, ya nadie se acordaba de él, donde se casó con una joven mujer con la que procreo dos hijos.

Incapaz de encontrar apoyo en la sociedad beliceña, se regresó a Guatemala en 1996, donde encontró el ambiente fértil de post guerra y se contagió con la moda de los performances.

Su intervención más notoria la realizó en la 6ta avenida, donde se colocó un par de alas y se paseó con un caballete y un lienzo, desafiando a los transeúntes a cantar con él: "Pintame angelitos negros" y a dibujar en el lienzo.

El nacimiento del género cuentos pajeros se lo debe a una inspiración que recibió de forma accidental, un día llegó tarde a su trabajo y tuvo que elaborar una excusa creíble. Esta resultó tan buena que no tardó en recibir encargos de colegas y admiradores que le solicitaban que inventara excusas para ellos.

La Universidad de San Carlos lo invitó, entonces, a dictar un taller de cuento breve, que él en un arrebato de originalidad convirtió en taller de cuentos pajeros.

Johan ha publicado en diferentes medios, llegando a vender más de cinco ejemplares de su peculiar novela: "Donde se acaban los pepinos", ambientada en un restaurante de Nueva York, y que relata el amor interracial de un chef francés y una camarera guatemalteca.

Su última novela: "Granizada", toma como pretexto un acontecimiento ambiental para narrar la historia guatemalteca, no ha tenido tanta aceptación, como la tuviera su novela más vendida, quince ejemplares en total, "El hombre de la primero de julio", historia de carácter policial.

Profe Pedrito

viernes, 13 de junio de 2008

Después...

Mi hija que, como ya les he contado, vive en Londres, se las lleva de investigadora social y me ha hecho algunos comentarios acerca de los juegos florales pajeros, que me llevan a reflexionar.

En primer lugar pienso que no debo darme paja. Por supuesto que participó gente de varios países y que las banderitas se veían muy bonitas y que ya parecía campeonato de fútbol. El punto es que la dinámica que se generó, y lo que trajo consigo, no tienen casi nada de literario; pero todo es parte de un ejercicio en el que participamos todos los que escribimos por internet.

Pero para que les escribo más paja, aquí les va un fragmento de su carta, email pues. Escribo en paréntesis algunas acotaciones mías.

"Un cuento de valor literario, como el que presentó Goathemala, fue ninguneado porque no aporta ningún morbo y habla demasiado entre líneas, sobre esas cosas que entendemos algunos pocos que conocemos el animismo guatemalteco y demás. (Mírenla pues, ella también se está volviendo arrogante, yo confío en que muchas personas más conozcan sobre el animismo guatemalteco, y que me cuenten de que se trata).

Por otro lado, los dos punteros hicieron suyas todas las tácticas deportivas y antideportivas que tuvieron a la mano. Pellizcos, empujones, patadas en la espinilla, en su versión web, salieron a relucir. (Ni llegaron a tanto, pero era parte de la dinámica del rollo).

Alguien confesó que hizo spam, otro que creó varias identidades, otros llamaron al tío, primo, vecino y amigo del vecino a que votara, aún cuando casi nadie leyó los doce cuentos, en fin una fiesta deportiva. (Bueno, era una especie de reality literario, la cosa funcionó).

Alguno se quejó y me llevó a pensar en varias cosas: la mano de Maradona, la mano de dios, como dijo el sinvergüenza (como vive en Londres ya se siente ofendida, si lo que hizo Maradona fue una genialidad); en la pobre corredora despojada de sus medallas, aquella que usó esteroides (hubiera dado el nombre, porque hoy día parece que todos los utilizan); en los muchos que duermen en tiendas hiper-báricas y en el millón de euros por atleta que gastan las grandes potencias con la finalidad de tener medallas doradas en la olimpiada. (Creo que se gastan más, pero todo es por el deporte, recordemos que las Olimpiadas se realizan por amor al deporte, nada más).

También me recordó a las misses venezolanas y su encuentro con el bisturí, (a ella se lo recordó, a mi me gustaría tener esa clase de recuerdos, pero ni siquiera conozco alguna. No pierdo la esperanza de llegar a ser escritor famoso y así me buscarán), paso ineludible para convertirse en reinas de belleza. Y que decir de los cientos de playeras que el papá de Carlos Peña vendió para comprar votos para su bebé". (Bueno, cada quien hace su luchita a como pueda).

Mi hija es muy linda y por eso le doy la razón, pero viene a mi mente pensar en la necesidad que todos tenemos de reconocimiento, me incluyo, y no sólo de los 15 minutos de fama.

De cualquier forma, como todo en estos tiempos posmodernos, la literatura ya no se lee porque es buena, se lee porque la escribió tal o cual persona, pero ni siquiera por eso, se lee porque la publicidad dice que hay que hacerlo, porque es producto del mercadeo. Vean, por ejemplo, a Dan Brown, por mencionar uno, su obra no tiene ningún valor literario, pero a su alrededor se echó a andar una maquinaria de publicidad tan efectiva que vendió varios millones de ejemplares, con película y todo, claro está.

En fin, esa es la posmodernidad, el fin de lo literario y el triunfo de la farándula. Bueno, confío en que no será así.

Salu pue.

viernes, 30 de mayo de 2008

15 minutos de fama

En el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos. Todo el mundo debería tener derecho a 15 minutos de gloria.

Andy Warhol.

Cuando mi hija mayor era pequeña la moda en las escuelas era la elección de reina con la "compra" de votos, normalmente una niña rechonchita, con cara de sapito, terminaba ganando, ya fuera porque era hija del dueño del almacén o de las camionetas y le daba cualquier cantidad de dinero para comprar votos de cinco centavos.

La idea era que los compañeritos se aliaran e hicieran esfuerzos para juntar dinero, llevaban pasteles y pizzas caseras para vender o helados de bolsita de plástico (para los que no los conozcan son refrescos de colores que se meten en una bolsita de plástico y se anudan para que se congelen, hielo coloreado con azúcar).

Mi nena, no es porque sea mi hija, es preciosa, tiene, como dice Obama, "lo mejor de ambos mundos", mulata preciosa, no lo era menos a los 7 años.

Lo cierto es que los compañeritos no tuvieron ánimo de buscar el dinero y Laura se paraba todos los días en la esquina de la escuela y con una sonrisa ofrecía votos "para que me hagan reina" y la gente le compraba. Igual no logró ganarle a la rechonchita hija del carnicero, además el día de la coronación llevó media vaca para celebrar con los otros niños.

No estoy seguro de lo que esto significó para Laura, especialmente en su autoestima, (si lo lee que me cuente), porque debe ser duro para una niña considerarse "menos" que aquella que sí tenía dinero para los votos.

La moda de los reality nos ha colocado en una posición difícil, votamos por aquel porque es cuate, pero quién sabe si su propuesta en realidad sea "buena" y nos gastamos el pisto en mensajitos para Carlos Peña, quien luego ni siquiera saca un disco mediocre. Nos engazamos en la tele en los duelos de "El aprendiz" y votamos por la cantante más bonita de La academia (o por la que sea más polémica)

Como dijo warhol, tenemos derecho a 15 minutos de fama y en el internet probablemente a más, por ahora que los cuentistas pajeros disfruten los suyos, antes de que el gran jurado decida.

Salud pues.