jueves, 30 de abril de 2009

Pandemia o pandemonium (que la influenza nos agarre confesados)

Voy a confesarles algunas cosas: me gusta leer mientras estoy sentado en el baño, detesto que a los libros se les doble la esquina de las hojas, no me gusta que alguien lea mi periódico antes que yo; bueno, creo que es suficiente, lo hago para que la pandemia de gripe cochina me agarre confesado.

Recuerdo que cuando vine a Guatemala, hace como chorrocientos años, paré viviendo en la casa de doña Chonita, ella era una vieja bruja, cristiana eso sí; meticulosa, por no decir tacaña, para cenar nos daba contaditos los frijoles parados, veintiuno, ni uno más ni uno menos; como era muy cachureca, durante la cuaresma nos daba a comer solo medio pan, bienintencionada era ella, lo hacía para que nuestro cuerpo estuviera libre de pecado.

La doñita hace años que yace bajo tierra, pero vino a mi mente con esto de la influenza porcina, ese es el nombre correcto, porque cada vez que pasaba algo o se corría una bola ella decía: Cristo nos agarre confesados, y procedía a persignarse una docena de veces.

El rollo es que la psicosis se ha apoderado de todos, incluyéndome, les cuento: el lunes llegué al internet del Adán y que lo encuentro rociando un espray a todas las computadoras, encendiendo unas velas de olor raro y con una mascarilla de médico que no le cubría la nariz; cuando me le quedé viendo se adelantó a decirme: es que me molesta Johan, si me tapo la nariz no puedo respirar; no dijo más pero me ofreció una mascarilla (bien les queda el nombre, porque antes que la noticia se expandiera eran más baratillas, ahora se escasearon y las pocas que hay literalmente están más carillas).

Al rato llegó el Jonás, se sentó en una computadora recién desinfectada y que me jala del brazo: Vos Johan, mirá esto. Tenía en su bandeja de entrada gran número de correos que alertaban sobre la pandemia, unos en serio, otros en broma, entre los subjects podía leerse: Apareció el primer caso. Caso confirmado. Primera víctima en Guatemala, hasta se me puso la piel de gallina.

Puse atención a los demás clientes que llegaban y lo primero que hacían era buscar información del tema.

Cuando abrí mi correo encontré ocho mensajes de mi hija; en el primero aseguraba que se preocupaba por mí; en el segundo que quería que me fuera a Inglaterra ipso facto, que a mi edad y solo, de seguro moriría si me daba la fiebre; en el tercero, decía que no tenía suficiente dinero para el pasaje, pero que con algo me podía ayudar, que buscara un vuelo barato, solo que me vaya en balsa pensé; del cuarto al octavo me decía que el gobierno había prohibido los vuelos que llegaban de México y sus cercanías, que pajera me dije; que pensara bien si me iba a ir porque de seguro me ponían en cuarentena y luego me deportarían, en fin que se hizo bolas.

Por la noche me encontré al Beto, normalmente es muy efusivo para saludar, aprieta la mano y da abrazos; pero esta vez ni siquiera me extendió la mano; entonces me acordé de un pediatra, a quien alguna vez llevé a mi beba y que me hizo sentir como negro discriminado; de entrada se negó a darme la mano, no sé donde estuvo su mano antes, me dijo; yo pensé: ve que hombre más cerote, es cierto que soy pajero, pero ni que me hubiera estado pajeando; después me explicó que por higiene propia y de sus pacientes nunca daba la mano; así y todo se lavó como cuatro veces mientras examinaba a mi chiquitía.

Lo que son las cosas, resulta que las autoridades recomiendan que uno no ande dando la mano ni saludando de beso, y eso tan bonito que es.

Ahora leo que la OMS subió la alerta a nivel 5, la cosa es que el miedo no anda en burro y bueno, con eso de los coches (aquellos de cuatro ruedas y que transportan a sicarios que matan gente en los semáforos) y la fiebre de coche, vuelvo al principio, les confieso que me gusta escribir pajas, aunque eso no es ningún secreto, pero se vale.

Que venga la pandemia, porque ya estoy confesado, si ustedes quieren pueden confesarse en los comentarios. Los dejo aquí porque el Adán tiene que volver a echar espray a las computadoras.

Salú pue.

El anterior mensaje fue cortesía de: MASCARILLAS EL KONTRA.

jueves, 23 de abril de 2009

San Juan de los morros

El profe Dennis nos ha dejado; no, no se murió, lo que pasa es que se fue del país. Según parece, el premio de ensayo que obtuvo en la república bolivariana de Venezuela le abrió las puertas para una beca. Es fregado el profe, calladita la boca hizo sus trámites, ni siquiera me contó del asunto cuando estuve allá por su pueblo, supongo que tiene esa superstición, aquella en la que si uno cuenta las cosas después ya no se cumplen, o se queda en ridículo.

Ahora entiendo la carta que me envió unos días antes de la semana santa, me explicaba que había que cancelar el taller, supuestamente haríamos uno en plena semana santa; medio me contó de unas gestiones que estaba haciendo, si hasta me pidió que le hiciera el favor de conseguirle unos papeles que necesitaba; así que paré haciendo cola en finanzas y en la universidad de San Carlos, para conseguir su RTU, ni me pregunten que es eso, y sus certificados de estudios; quien lo mira, pero el profe terminó la carrera de lengua y literatura.

El Adán y el Beto se enojaron porque habíamos inventado un festival de poesía, esas actividades les gustan a los chavos, para ellos funcionan como imanes de patojas, se iban a ir conmigo. La cosa es que me tocó pasar el feriadón encerrado en el centro histórico, saliendo poco, pero aproveché para adelantar unos capítulos de mi novelita, no vayan a creer que estoy escribiendo una novela, estoy leyendo una, a eso me refiero.

El domingo de resurrección, pasado el sitio del centro, aproveché para irme al internet del Adán, ya ven que no cierra, para revisar el correo y que me encuentro con uno del profe; dice que está en la etapa de inducción, parece que se los llevaron, a él y a los otros afortunados, en semana santa para darles un tour por algunos lugares de Venezuela.

No les voy a copiar toda la carta, aunque les comento que se la está pasando bien; me contó que lo llevaron a conocer el pueblito que inspiró Casas Muertas, de Miguel Otero Silva; luego fue a San Juan de los morros, dice que unos riscos forman figuras interesantes; también conoció la enorme estatua de San Juan bautista, que desentona con el pequeño pueblo.

La carta del profe va algo así: Johan, siento que estoy en Jalapa, Ortiz, ese pueblito que inspiró la novela de Otero Silva, no ha muerto, es parecido a los pueblos de mi tierra: polvoso y lleno de casas de teja, el paisaje es plano, no como las montañas de allá, pero se parece mucho a los pueblos de Guatemala. Me tomé una foto (Me la mandó, aparece junto a la gran estatua), me contaron varias veces la historia del alcalde que quería hacer un San Juan enorme y construyó esa estatua, me recordé de la doñita que hizo el monumento a Mickey Mouse. El pueblo es parecido a San Diego, Zacapa, la iglesia es igual a varias de las que hay por allá; hasta me tomé una granizada en el parque, que también tiene árboles similares y las rejas de metal con puntas. Me cuenta otras cosas, dice que por extraño que parezca no siente nostalgia; si hace pocos días que se fue, a ver si dice lo mismo dentro de unos meses.

Como no conozco Venezuela tendré que creer en las descripciones del profe. Que buen rollo, que le haya salido la beca digo.

Salú pue.

lunes, 6 de abril de 2009

Leyendas urbanas

Con esto del Google, que todo lo hace fácil, uno llega a sentirse muy salsa para el internet; sin embargo, puedo presumir que, a pesar de mi edad, algo he aprendido, al menos a saber como postear, porque ya ven que la apariencia de mi blog no hay modo que la cambie, aunque me doy la paja que eso no es importante, que son los textos los que cuentan. De todas maneras y, a pesar que el maestro anecdótico, José Joaquín, el otro día me dijo que le parezco hábil para navegar en la web, he sido víctima de algunos vicios y he caído en trampas obvias.

Miren pues, estaba tecleando la anterior entrada de mi blog, cuando sentí unos ojos que se clavaban en la pantalla, miraban por encima de mi hombro, luego vino una risa burlona. Giré la cabeza, para saber quien era, porque no me hace gracia que lean sobre mi hombro y menos que se rían, caí en la cuenta que los que leen el blog se ríen y eso me gusta; pero alguien detrás de mí, pues eso si que es feo. La cosa es que sin preguntarle nada empezó a hablar.

Bueno Johan, ¿ni modo que sos de esa gente que se cree todas las historias que circulan por email?

Cuando sentí ya se había sentado a la par mía, en uno de esos banquitos de plástico que tiene el Adán, para cuando llegan los patojos a hacer la tarea en grupo.

Mirá vos, la cosa es que casi el 100% de esos correos que cuentan historias de miedo, sobre virus de internet, figuras raras en la calle, y muchas otras, son puras "leyendas urbanas".

Puso las manos sobre el teclado y escribió: hoax y claxon, de inmediato se desplegaron los links hacia un buen número de historias de personas que habían evitado tocar la bocina (claxon) y se habían ganado algunos billetes; algo así como lo que la gente anda contando en Guatemala, lo de los mareros hombre, ese cuento que dice que si uno toca la bocina lo matan, y si no la toca le dan dos mil quetzales.

Como a mi la palabrita Hoax me sonaba a estafa, le pregunté: ¿qué ganan los que mandan estos correos? El cuate se rió, la verdad se carcajeo.

Si que sos inocente vos Johan, si vos reenvías un correo, sin borrar las direcciones de todos a quienes les fue enviado, estás poniendo toda esa información al servicio de un resto de mara, al rato te caen un montón de correos basura y anuncios, entonces vos decís: "pero si no le di mi dirección a nadie"; además logran congestionar las redes, porque cada uno manda a diez, luego diez más y sigue y sigue. Quizá alguno lo hace de buena fe, solo quiere diseminar su mensaje, sin importarle si lo leen o no, de alguna forma es como repartir volantes en la sexta.

Así pasó un buen rato, hablando de leyendas urbanas, todas tienen moraleja, la del SIDA, la de la niña perdida en el súper mercado, la de la bocina, llegué a sentirme ridículo, un poquitío nada más, cuando dijo: "mirá vos, los ancianos y los niños se la creen rapidito, y sirve como disuasivo, ya viste que ahora se escuchan menos bocinazos en las calles”.

Me contó de la famosa película del Jesús gay, que hace treinta años vienen diciendo que se va a filmar; del niño de las tarjetas, esa lleva más de veinte años, con diversas variaciones; y aquellas que dicen que el Hotmail dejará de funcionar, que el Messenger ha llegado a su límite; y la niña que tiene como quince años de estar muriendo de cáncer; o aquella de la viejita que quiere compartir su fortuna, a veces el nombre cambia por Bill Gates; de las papalinas que vienen contagiadas de tuberculosis, esas que venden en los semáforos; hay para todos los gustos.

Mirá Johan, la gente no debería ser tan crédula, aunque eso les sirve para ver la vida con esperanza, y también con temor.

El Adán estaba alegando con su traída, entonces me acerqué a ver que pasaba, líos de patojos; cuando voltee el chavo se había ido.

Como no le pregunté su nombre, le dije al Adán: vos, ¿cómo se llama ese maestro con el que estaba hablando?

—Puta Johan, ¿cómo así? Ni modo que ya andás borracho, si ni siquiera es medio día; vos hablando con la pantalla estabas; yo pensé que estabas hablando con tu hija por Skype.

Le conté lo que me había pasado.

¡Ah!, vos a quien viste fue al guardian de los hoaxes, un chavo que se murió por creer en esas pendejadas, dicen que se aparece en los cafés internet, para evitar que otros crean y les pase lo mismo que a él; sos el segundo que lo mira en esta semana.

Ya ven pues, de repente estoy cayendo en la sicosis colectiva, o quizá me estoy volviendo esquizofrénico, cosas de viejo pajero; vaya que viene la semana santa, hay que descansar un poco, relajarse, prepararse para sufrir el sitio que le ponen al centro histórico.

Salú pue.