Desde aquellas primeras citas de juventud aprendí que es mala idea invitar al cine a una chica cuando se le corteja. Usualmente una película tarda más de hora y media, lapso que se convierte en tiempo perdido, pues no hay forma de adelantar en el conocimiento de la otra persona; no se puede conversar, los únicos comentarios son los dirigidos a algún aspecto de lo que se está viendo, y esos no siempre son válidos, porque distraen, no solo a la pareja, también a los que están alrededor. Luego, al salir del cine, la cita casi ha terminado y no queda mayor oportunidad de avanzar en la conquista. Recuerden que las primeras salidas son como los primeros rounds de las peleas de box, puro reconocimiento; por supuesto que hay peleas que se ganan por knockout en el primer asalto, pero yo me parezco a Tyson solo en el color.
El caso es que Marina*, después de la comilona de fiambre, insistió en que sería bueno ir al cine, yo le dije que no era buena idea, pero entonces cometí uno de los errores más grandes que un hombre puede cometer, contradecir a una mujer, así que ella se lo tomó como algo personal y, utilizando todas las malas artes del sexo femenino, me convenció.
Salimos el viernes, deliberamos sobre la conveniencia de ir a un cine moderno, caro y con pantalla más grande, de esos que hay en los centros comerciales, o si nos acomodábamos en una de esas salas viejitas, de las que todavía quedan en el centro, yo pensaba en mi comodidad, porque me disgusta salir de mis dominios, el asunto es que en los cines de la zona 1 las películas se ven oscuras y la comida es mala. Perdí, una vez más, la disputa, por lo que dejamos el centro histórico y nos dirigimos al centro comercial que está por Las Majadas, tiene buenos cines. El ambiente en el mall era de navidad, adornado con árboles y ositos, bien lindo todo.
La función transcurrió como lo había pensado, cruzamos unas cuantas palabras antes del inicio, comimos las chucherías que compramos, no se puede hablar en confianza con gente alrededor.
La película estuvo mala, durante la proyección aproveché para analizar la situación, pensé que, de plano, no había futuro en seguir saliendo con Marina. Ella es la típica ama de casa, divorciada desde hace años, según me ha contado, no ha salido con nadie desde entonces, se ha dedicado a cuidar a los hijos, pero ahora que ya están crecidos quiere darse un poco de tiempo; cositas así me ha platicado. La conozco desde hace pocos meses, cuando llegó al taller, espero que no sean mis prejuicios, pero creo que lo que necesita es alguien con quien estar hasta que la muerte los separe; por supuesto que eso no va conmigo. Además, el Adán, que parece estar preocupado por mi soltería, me dijo, el otro día, a lo pelado: esas doñitas son de las que no sueltan nada hasta que tienen el anillo en la mano, claro que es la visión de un patojo, a quien no debería interesarle meterse en mi vida.
Como les he contado, me gusta la soledad y la valoro, no estoy interesado en volver a compartir el apartamento, las deudas y los problemas.
Una eternidad después, salimos del cine, comentamos la película, a ella tampoco le gustó, me dijo que la Demi Moore se puso vieja y nunca aprendió a actuar; pero se ve muy bien todavía le repliqué, sonrisas más, palabras menos, algunas chispas brillaron en los ojos de ambos.
Afuera del cine, llegó ese momento en el que no sabía que decir, quería invitarla a comer, pero era algo tarde, más de las diez de la noche, intuí que para ella estar en la calle a esa hora no era usual. Voy a buscar un taxi, iba a decirle, cuando dijo: Johan, vamos a tu casa.
Salú pue.
*La explicación del asterisco se encuentra en el post anterior, si lo leyó, entonces sabrá que significa, si no lo leyó, entonces tendrá que hacerlo, para descubrir el significado del asterisco.
El tambo — Capítulo 4
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—Joven, hágame el favor, por vida suya, ayúdeme a subir el tambo por la
puerta de atrás.
Un poco de esfuerzo y el tambo quedó acomodado. El brocha apurab...
Hace 10 años