jueves, 28 de mayo de 2009

Escritores del método

El otro día, como cosa rara en estos tiempos que no hay taller, me junté con toda la mara: el Adán, el Beto, el Jonás; ya ven que cuando la gente se reúne, de inmediato se empieza a hablar pajas, así es que al rato estábamos hablando del rollo de escribir.

Como el Adán anduvo pidiendo consejos cuando lo del atraso de su novia, el tema salió a discusión; pero se desvió hacia terrenos interesantes o graciosos.

Resulta que el Jonás estudió teatro y, como es obligatorio, tuvo que leer a Stanislavski; entonces le dijo al Adán: vos, siguiendo el método, esa experiencia la podés aprovechar, podés escribir un tu texto a partir de lo que sentiste cuando pensaste que te habían clavado otra vez. El Adán puso cara de ¿de qué hablas Willys?, por lo que tuvo que explicarle el asunto del método; le dijo que se había vuelto de aplicación general y que, desde hace muchos años, los actores juligudenses lo han utilizado; luego agregó: la cosa es que para expresar una emoción, en teatro o cine, es necesario hurgar en tus recuerdos, por ejemplo; podés recordar el momento en que tu traida te soltó lo del retraso y de seguro te salen las lágrimas con toda facilidad; bueno, eso es para la actuación, pero de plano que funciona con la literatura.

El Beto se animó y le terminó contando lo de aquel River Phoenix, el actor que se murió afuera del club de Johnny Depp, de quien algunas leyendas urbanas dicen que se metió tanto en el personaje que terminó suicidándose.

Vos Jonás, según ese tu método, no se puede escribir a menos que se tengan las vivencias, dijo el Adán, pero antes que pudiera responder el Beto se adelantó: probablemente los textos de Cortazar tienen tanta fuerza porque están basados en su vida y la supuesta esquizofrenia que tenía; los alucines de Borges se explican por su ceguera y la manera alterada o diferente en la que percibía el mundo; quizá de esa forma se puede explicar por qué la literatura de Benedetti es tan light pues, a pesar de su militancia revolucionaria, sólo vivió con una mujer hasta su muerte.

El Adán estaba frikeado, resulta que el escritor que le dijo que era un gran poeta, también le mencionó que en su poesía se advertía cierto aire de homosexualidad; entonces dijo: nel muchá, yo si que no pruebo, a mi esas cosas si que no me gustan, prefiero ser el escritor menos reconocido del mundo. Al Beto se le escapó una sonrisa y luego agregó: para decir que no te gusta tenés que haber probado antes. El Jonás dice que es iconoclasta, pero ante la afirmación del Beto todo el fundamentalismo que lleva dentro se le reflejó en el rostro; a punto estaba de echarse un sermón, pero como esas cosas me aburren lo detuve y dije: ¿qué de malo hay en que el Beto haya probado?

A partir de ahí todo se volvió chingadera, no hubo más coherencia en la conversación, aunque en los minutos previos tampoco existió; eso sí, seguimos intentando descubrir el agua azucarada.

Lo cierto de todo esto es que mucha mara que escribe, sean viejos o patojos, convierten en ídolos a los poetas malditos, a Bukowski, y a todo aquel que haya llevado una vida autodestructiva, entonces se empeñan en experimentar con todo lo que tengan a la mano, porque eso alimenta su literatura; pero como ya estoy sonando moralista y dios me libre de ello, entonces la dejo ahí.

Usté querido lector que me honra con su visita, ¿qué opina del rollo?

Salú pue.

Por si les interesa: Como el contador, que aparece arribita a la izquierda, está por llegar a un número que me gusta, entonces al visitante No. 6666 le regalaré un cuento pajero, siempre y cuando me cuente una anécdota.

lunes, 11 de mayo de 2009

La gripe, el Adán, los negros literarios y la esperanza por un mejor mañana

El tema de la gripe cochina, que ya no se llama así, ahora todos saben que el nombre correcto es influenza humana tipo A H1N1, sigue tomando fuerza; en México ya se va calmando la cosa, aunque les ha quedado una especie de estigma, el tema es que hay más países que presentan casos, ojalá la situación se controle pronto; de momento, al menos, ya no le echan la culpa a los cerditos. Lo cierto es que no se sabe como reaccionar, que si uso mascarilla, que si no saludo de mano, que si no saludo de beso, que si no salgo de mi casa, cosas así, está raro todo.

Yo tomo mis precauciones, pero no me achiguato, la única cosa que puede hacer que permanezca en casa es el trabajo, más cuando el dead line está por machucarme los dedos; de lo contrario siempre salgo a dar una mi vuelta, porque siento que no salir es interrumpir el ritmo de vida, ¿cómo sería la vida si no fuera interrumpida por el trabajo?

El asunto es que incluso tuve que chambear el 1 de mayo. En esas había pasado casi todo el día, pero a las cuatro de la tarde, minutos más minutos menos, apareció el Adán, estaba todo compungido, tenía el gesto desarmado, aunque se hacía acompañar de un six pack de Gallo. Yo no le hago el feo a las chelitas, aunque al verlo con esa cara no mucho me dieron ganas de entrarle, porque supe que venía con algo serio. Lo que pasa es que los patojos se toman muy a pecho eso de vivir como poeta maldito.

Creo que fue hace unos cuatro años que un crítico chapín le dijo: sos el mejor poeta guatemalteco de la posguerra, eso bastó para que dejara todo, ya no quiso estudiar, menos trabajar, que iba a vivir de la poesía dijo. Abandonó a la madre de su hijo, le entró al chupe y se dedicó a escribir, durante unos meses.

Yo lo conocí después de haber pasado por ese trance, para entonces ya la mamá le había puesto el café-internet, según ella para que el patojo tuviera una fuente de ingresos y no se quedara sin comer. El adán sigue escribiendo poesía, no es malo, pero le falta desarrollo, el problema es que se cree mucho lo que le dicen, claro está, cuando los comentarios son favorables.

Se sentó, abrió una cerveza y sin rodeos me contó que su noviecita tiene un atraso, y como él no quiso acompañarla a hacerse la prueba, ahora no le quiere hablar. ¿Qué voy a hacer vos Johan? dijo, al tiempo que metía la cabeza entre las manos. Supongo que imaginaba su vida con dos hijos y dos mujeres distintas; luego agregó: ya me está haciendo falta el pisto vos y ni modo que le pida más a mi mamá.

Después me salió con una historia medio graciosa, mencionó que debido a los pocos ingresos que le quedan del internet y su necesidad de contar con un empleo de verdad, cayó en una especie de trampa; un par de meses atrás alguien le pidió un artículo, diciéndole que le iba a pagar por escribirlo; él le puso empeño, lo investigó bien y se lo mandó; hace un par de días recibió una revista, venía acompañada por un billetío de veinte dólares; emocionado buscó el artículo, pero se sorprendió al ver que estaba firmado por otra persona. En nota adjunta le daban las gracias, que ojalá pudieran contar con él para una próxima oportunidad; por supuesto, en las mismas condiciones; es decir, sin que su nombre apareciera, pues tenía que comprender que a la gente no le gusta leer cosas de desconocidos. Terminó de contar la anécdota y dijo: puta vos Johan, a ese cerote de plano le dieron más de cien dólares.

A esas alturas yo también estaba desesperado, tenía que trabajar y el patojo seguía en su letanía; en eso tocaron la puerta, era la novia del Adán, la dejé pasar, fue directo a abrazarlo y besarlo, le dijo que el resultado del examen había sido negativo; suspiraron aliviados, se tomaron de la mano, cruzaron algunas palabras y al rato se fueron.

Me quedé tranquilo; eso sí, prometí comprarle una caja de preservativos al Adán.

Salú pue.