jueves, 9 de septiembre de 2010

El transmetro, el transurbano, los buses rojos se extinguen, cambios en el centro histórico, mudanzas obligadas; todas aventuras urbanas de un viejo.

El centro histórico ha cambiado mucho en el último mes, principalmente porque de la sexta avenida ya no queda nada. Uno extraña esas cosas, las ventas digo, no es que me la pasara comprando todo el tiempo, pero saber que estaban ahí era un alivio, porque siempre que necesitaba algo solo daba unos pasos hacia la sexta y lo compraba; ahora hay que caminar hasta El Amate.

Pero es cuestión de acostumbrarse, a estas alturas ya me aprendí las nuevas rutas del trasporte urbano y he estado utilizando el Transmetro; si voy de prisa pues consigo un taxi, como dicen los brochas. El rollo no ha sido fácil, más porque soy un tipo acomodado a la rutina, aunque también soy de los que aprenden de las experiencias. Por ejemplo, el otro día me subí al Transmetro expreso, el que solo para en el Trébol y luego se va directo hasta el Cenma, me tocó que dar la vuelta completa, pero les aseguro que eso no vuelve a sucederme. Supongo que para entrar a la modernidad hay que sufrir un poco, la ciudad está pariendo la nueva era; eso sí, dios me libre de la posmodernidad, mejor ser viejo pasado de moda que patojo posmoderno.

Como soy rebelde y no me gusta hacer colas, menos ponerme a dar todos mis datos, no compré la tarjeta del Transurbano (miren pue, que chilero, ahora tenemos Transmetro y Transurbano), por lo que he seguido utilizando los buses rojos; pero las rutas han cambiado, o sea que un día de estos me veré obligado a conseguir una de esas tarjetitas, igual habrá gente que las estará revendiendo, o algún otro que la alquile, y no faltará quien quiera dejarla en garantía, diciendo: Mire usté, le dejo mi tarjeta, tiene Q8.00 todavía, deme Q5.00 y es suya.

Pero no solo la ciudad ha cambiado, también la blogósfera, ahora hay menos mara que anda fregando al prójimo y se quedaron publicando algunos pocos, nada más, los necios diría yo, o para decirlo más elegante, los que tenemos algo que decir (yo el pretencioso). Parece que la onda blog está extinguiéndose, aunque siempre surge uno que otro experimento grupal, gente que se toma muy en serio sus bitácoras. Yo soy un dinosaurio, pero a diferencia de mis antepasados, no me extingo, me adapto (otra vez yo el pretencioso).

El caso es que los cambios no paran, lo digo pues estoy inmerso en su vorágine (ya ven, también echo mano de los lugares más comunes). Verán, luego de las diferentes tormentas, de arena, de agua, y de más agua, el techo de la casa demostró su fragilidad. Algunas de las vigas, todas muy viejas, se desplazaron, lo que provocó que se abrieran unas cuantas goteras, luego otras, y otras, por lo que se hizo imposible seguir así, era como estar bajo la ducha todo el tiempo.

Resulta que la dueña de la casa tenía varios meses de estar solicitando autorización para remodelarla, y hace unas tres semanas, finalmente, le dieron el permiso. Papel en mano, se asomó a la puerta de cada uno de los inquilinos y nos dijo: Calabaza, calabaza, tenemos que desocupar la casa. Así es que desde entonces ando como judío herrante (no vayan a pensar que me confundí, es que tengo un cuate que se dedica a hacer puertas y balcones de metal y además es judío; el caso es que como no paga la renta tiene que andar de arriba para abajo a cada rato, y ya saben lo que dicen, herrar es de herreros), buscando en dónde meter mis escasas cositas y mis muchas mañas.

La primera semana estuve en San Lucas, pues la casa que me pusieron a cuidar para semana santa estaba libre, y mi amiga, tan linda ella, me la prestó; pero como soy un malagradecido, luego me aburrí del canto de los pájaros y mis pulmones comenzaron a extrañar el smog.

Hablé con el Adán, pero anda de padre y esposo fiel (no en la misma familia), buena onda aquel, pero no pudo darme posada. Para mi fortuna la gringa que el Beto se había conseguido se regresó a los USA, por lo que me dijo que en su casa había espacio. Como no soy un gorrón le dije que podía pagarle, que solo sería por unos días, en lo que encontraba un apartamento, otra vez, en la zona 1.

Hace unos días me mudé a uno que encontré cerca de la 17 calle. Está bien calidá, pero no sé si voy a estar mucho tiempo por ahí, todo es asunto de adaptarme al lugar.

Ya ven pue, sigo por estos lares, publicando de vez en cuando. Como dije, yo no desaparezco, me adapto, cosa que es paja, porque mientras todos se han mudado al feisbuk y al mentado tuiter; yo sigo bloguiando.

Salú pue.