El mayor problema del cuartito donde vivo es que el baño queda como a media cuadra, bueno, es una exageración, queda al final del corredor, pero hay que atravesarse el patio, pues a nadie se le ha ocurrido quitar el ropero que tapa el paso, era de la abuela, quizá sea porque vivo solo. El cuarto lo escogí porque es el único que no tiene moho, además le pega el sol, por la tarde, así no se pudren los libros. Lo bueno es que hoy no amaneció lloviendo y me pude atravesar el corredor, envuelto en una toalla. Aquí dicen que febrero es un mes loco, pero ¿qué cosa en este país no lo es? No me digan que nunca lo han pensado, llevo varios años en la ciudad y cada día sucede algo que logra sorprenderme; por eso dicen que la gente se vuelve insensible, que se acostumbra a ver tanta maldad, creo que hay algo de eso, no lo niego; sin embargo, sigo pensando que todo mundo se asombra con los sucesos, por pequeños o triviales que parezcan, no importa que sea un chucho atropellado, siempre habrá una aglomeración alrededor. Somos muy noveleros.
Me vine al Internet, siempre vengo los viernes, pero hoy estaba muy aburrido, en la oficina no tengo internet, ese es un lujo que no me puedo dar, a puras penas compré la computadora. Hoy, de golpe me apareció la idea de abrir un blog, la verdad no fue de golpe, ya hace unos meses que el Adán, el chavo que administra el lugar, me sugirió que lo hiciera, que mis historias son chileras, que a cualquiera le gustaría leerlo, que total en la web circulan tantas burradas, que de repente hasta me doy a conocer como escritor, que me pueden ofrecer trabajo, frases así me vive diciendo el Adán, finalmente me convenció, además, ya está oscuro y él patojo dice que me va a hacer tiempo, luego pasamos echándonos una cenita en el comedor de Doña Lucita. No quiero presumir, pero resulta que he escrito en varios periódicos, unos buenos, otros malos. Eso de la escribidera se me da. Historias que contar hay muchas; por otro lado, creo que mi vida es muy interesante, no es que yo sea el gran hombre de mundo, pero he tenido mis aventuras y en este país las noticias abundan. ¿Recuerdan lo de aquella familia que estaba viendo en la tele el asunto de los diputados salvadoreños, a los que rociaron gasolina y luego los quemaron?; en ese mismo instante ellos le dieron un significado exacto a la vieja frase que dice: “se me movió el piso”; la casa se hundió en un agujero inmenso, de más de cincuenta metros de diámetro y casi cien de profundidad. Lo que les quiero decir es que todos los días nos puede comer un hoyo negro, nos puede matar una camioneta o cualquier otro bicho; entiéndase ladrón, marero, sicario, policía, doctor, abogado, piloto abusivo, en fin, hasta un verdadero bicho, como el zancudo que transmite el dengue, pero para que decir más. El asunto es que, con el paso del tiempo, uno se va haciendo cuerudo, yo me asumo espantosamente cuerudo, como dicen aquí; es decir, el cuero, la piel se pone dura de tanto golpe que lleva. Confieso que, hace años, cuando recién vine, me alteraba que se me quedaran viendo, me miraban como si fuera extra-terrestre, entonces me dije: soy extra-terrestre, ¿cómo se me ocurre venir a vivir a este país racista, siendo yo negro?, hasta que me di cuenta de que sólo era curiosidad; a los indígenas si los discriminan, nosotros, los de mi raza, somos como una anomalía, algo raro que ver...
El tambo — Capítulo 4
-
—Joven, hágame el favor, por vida suya, ayúdeme a subir el tambo por la
puerta de atrás.
Un poco de esfuerzo y el tambo quedó acomodado. El brocha apurab...
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario