miércoles, 23 de junio de 2010

Me duele la muerte de los inmortales

La semana pasada se murieron dos escritores y a mí no me gusta que se mueran los escritores; no es que la demás gente se pueda morir, en realidad no me gusta que se muera nadie, pero cuando se trata de alguien que escribe me da una especie de dolor muy doloroso. Es que son tan pocos los que tienen la sensibilidad para decir las cosas por escrito, que cuando alguno se muere queda el vacío, valga el lugar común.

Primero se fue Saramago, con quien nunca he tenido una buena relación, me refiero a sus libros, porque a él apenas lo he visto en fotos. Hace años vino a Guatemala, a presentar un libro, fue allá en Antigua, se sentó frente al público y dijo: Les presento mi libro; bueno, no fue así, lo cierto es que ni siquiera fui a ese acto, no me interesaba conocerlo; bueno, no fue eso, no recuerdo el motivo, debe haber sido que me dio hueva, es lo más seguro.

Nunca he podido leer un libro completo de Saramago, su prosa me parece fría, ¿tendrá que ver con que me gusta meter los libros al refrigerador antes de leerlos? Es paja, no hago eso, cómo se les ocurre; pero como me dijo un cuate: Si antes te parecían fríos sus textos, ahora lo serán más, pues él ya está frío, la mara no le atina. Quizá esa frialdad se deba a la traducción, pero Saramago tuvo la culpa, porque siempre puso a su esposa a que le tradujera.

No tiene importancia que a mí no me gusten los libros de Saramago, les juro que intenté leer varios, tres de ellos los dejé a la mitá, o sea que en mi intento, de tres leí uno y medio. El caso es que el viejo era y seguirá siendo venerado por muchos, y nadie podrá escribir como él.

Todavía estaba uno conversando acerca de la muerte del portugués, cuando llegó la noticia de la muerte de Carlos Monsivais, no me gusta que se mueran los escritores, ya lo dije, pero me gustó menos que se muriera Carlos Monsivais, no puede ser, dos en fila, eso ya es demasiado.

A Monsivais si lo vi una vez en persona, en la feria del libro, el tipo habló y habló de la cultura mexicana y de cómo José Alfredo Jiménez era el papá de la cultura pop mexicana, y recitaba todas las canciones de José Alfredo; y mencionaba un autor cualquiera, y recitaba poemas y textos del aludido; y luego alguien del público le dijo que no era así, que el papá de la cultura pop era Juan Gabriel, y Monsivais, de forma muy amable, lo refutó, diciéndole que el Juanga también era bueno, pero que por favor no fuera tan estúpido de compararlo con José Alfredo; claro que él no lo dijo así, esa fue mi interpretación; la cosa es que era tal la forma de responder que al final eso fue lo que le dijo al preguntón, en otras palabras eso sí.

Fue la única vez que lo escuché hablar en persona, pero lo vi muchas veces cuando lo entrevistaban en la televisión mexicana. Tenía tal erudición para la cultura popular, una vez lo escuché hablando de la lucha libre y los luchadores y explicó por qué han influido tanto en los mexicanos.

No tenía la densidad de Octavio Paz y su Laberinto de la soledad, pero era un sabio ese viejo, Monsivais digo, Paz también, pero ahora hablo de Monsivais; se murió y no lo podía creer cuando me lo contaron, no porque el tipo haya sido un inmortal, no lo podía creer porque apenas hace un día se había ido Saramago y, repito, no me gusta que se mueran los escritores, menos los de ese calibre, nadie ocupará esos lugares, nadie.

No quiero ser malo, pero si tiene que morirse un tercero, que sea Dan Brown, Coelho, J.K. Rowling, o algún otro de esa calaña.

En paz descansen Saramago y Monsivais.

Salú pue.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya no hacen como antes a los escritores.

Engler dijo...

Saramago se murió y en ese mismo instante se hizo inmortal!

¿Acaso hay una manera más cínica y saramaguesca de burlarse de la vida, esa misma que nos llega a todos volviéndonos nada?

Johan Bush Walls dijo...

Anónimo: Algunos escritores son longevos, otros no lo son tanto, pero si duran sus buenos años.

Engler: Era un viejo cínico, creo que se salió con la suya, la de él pue.

Salú pue.