viernes, 25 de julio de 2008

Feria del libro

El profe Pedrito era un gran promotor cultural, además de los juegos florares del pueblo, organizaba, año con año, la feria Inter-departamental del libro.

Dentro del marco de la feria, también organizaba un festival de escritores, y se preocupaba por invitar a lo más granado de la literatura nacional, algunas veces incluso invitaba a escritores extranjeros. Claro que no todos llegaban, como ya les he contado, el pueblo estaba muy alejado de las carreteras principales, entonces la feria, casi siempre, constaba de tres o, cuando mucho, cuatro stands que se ubicaban en el parque central. Dos de ellos eran del profe Pedrito, pues él era el propietario de la única librería y de la única editorial de por allá.

Hace algunos años convencí al Beto, al Adán y al Jonás para que me acompañaran. Con la paja que iban a llegar unas poetas mexicanas, finalmente, accedieron. Casi me matan cuando, al estar allá, resultó que solo eran ellos, el profe Pedrito y yo, en todo el festival. Eso sí, el escenario estaba dispuesto y las lecturas programadas y como aquellos son algo baratos para eso de leer en público, entonces le entraron con fe.

El Adán fue enviado a dar un taller de creación literaria a la escuelita, su intervención fue muy aplaudida por todos los niños, eran unos diez, luego todos le pedían su autógrafo. También se robó el show en la velada cultural, la entonación de su voz, al leer sus eclécticos versos, hizo que todas las patojas suspiraran por él, hasta parecía estrella de televisión. El profe Pedrito, entusiasmado por la actuación del Adán, decidió darle un diploma conmemorativo, en donde lo nombraba la revelación del festival, también le dio un pergamino, firmado por el alcalde, en donde lo declaraban visitante distinguido.

La participación del Jonás y el Beto fue un poco más discreta, aquellos no son tan dados a ese rollo de brincar encima de los bancos o leer como si a uno lo fueran corriendo, pero también arrancaron los aplausos del respetable.

Después de tres días de estar comiendo de gratis se les pasó el enojo y aceptaron, de buena gana, ser los objetos extraños en el pueblo. Asumieron su papel de intelectuales invitados y se la pasaron bien. Durante el día, en los stands de la feria, aprovecharon para vender sus libros, y al mismo tiempo autografiarlos, cada uno vendió como tres.

La parte que no le gustó a la gente fue la correspondiente a las ponencias, porque cada uno se fumo cosas como: El desarrollo de la poesía en el ámbito rural, mientras se piensa en lo pesado del tráfico en la urbe. Las incidencias de lo religioso, visto por un ser arrepentido de haber sido protestante y las posibilidades literarias. Lo aburrido que se vuelve viajar en camioneta, para asistir a festivales departamentales de literatura; cosas por el estilo leyeron, pero no alcanzaron la misma aceptación que las lecturas de su obra.

Durante varios años se habló de lo increíble y diverso que fue esa feria, aquellos no han querido acompañarme de nuevo, para no borrar de la memoria lo bien que estuvo, dicen.

Mientras nos tomamos una chela bien fría, de la cámara del internet del Adán, recordamos esta anécdota. Esas son ferias del libro, dice el Beto, mientras lee la invitación que acaba de recibir.

viernes, 18 de julio de 2008

Profesiones de alto riesgo

Debido a que, ahora, tengo como aprendiz a Diego Iespien, he estado hablando de fútbol y otros deportes, probablemente más de lo que me gustaría; tanto así que el Adán y el Beto hasta me dicen que mejor adopte al patojo, porque sólo con él me la paso platicando, pero no es eso, lo que sucede es que el muchachito es bastante necio; que quiere aprender dice.

Pero hemos recordado con él anécdotas de amigos que tienen profesiones de alto riesgo y de como cada deporte tiene sus propias palabras y forma de describir las cosas, nada bonitas, pero si pintorescas, culpa de los comentaristas deportivos, pero de ellos les voy a platicar en otra oportunidad.

Hace unos días, hablábamos de una amiga médica, con alma de gitana, quien difícilmente se queda en la capital más de un par de semanas. Usualmente me llama y nos tomamos un café, ella, como participante en los talleres, me cuenta sus historias y anécdotas, rogando porque yo las escriba, porque, como ella misma dice, no tiene ninguna vena literaria, deformación profesional, que le dicen.

Pues nos contaba que en el pueblito donde actualmente labora, una de sus funciones es hacer los informes forenses de las lesiones que se propinan unos a otros en el pueblo (peleas de cantina, mujeres agredidas, etc)

Un lunes que regresó, en el escritorio le esperaban una docena de solicitudes de exámenes que requería el juzgado, revisó y examinó los primeros hasta que se topó con una que decía: Se le solicita informar acerca del tratamiento que le dio a Elayma en la fecha…

La fecha se refería al domingo anterior y ella no estaba en el pueblo ese día, por lo que pidió las notas de las personas atendidas y revisó una y otra vez sin encontrar a ninguna Elayma. De repente entró a la clínica uno de los choferes de ambulancia y le dijo ¿ya se enteró doctora de lo que pasó el domingo? Y dice a contarle del partido de ascenso a la tercera división y como los llevaban con ventaja y luego que Elayma no nota una falta y que les meten el segundo gol.
Y viera doctora como agarraron al pobre laima, le tiraron un botellazo que le rompió la ceja, lo trajeron aquí para que le pusieran unos puntos al hombre y yo me lo tuve que llevar en la ambulancia porque se estaba desmayando

Ahí fue donde ella cayó en la cuenta de que Elayma se refería al line man o guarda-línea, quien había sido agredido por la turba descontenta, y todo porque perdieron.

Y no es para menos, ser árbitro es una profesión de mayor riesgo que la del policía, y no sólo en este país.

viernes, 11 de julio de 2008

Tenis

Desde que en el deporte se enquistaron las mafias y los deportistas fueron elevados a alturas insospechadas gracias al uso continuo de esteroides, cualquier manifestación del espíritu humano, por medio del esfuerzo atlético ha dejado de importarme.

Los ejemplos son muchos, casi siempre después de una gran faena viene la acusación de dopaje.

Yo opino que deberían legalizar la utilización de los esteroides, pero mejor no porque luego habrían muchos deportistas muertos a temprana edad, si, mejor que no los legalicen.

Este rollo es porque en días pasados llegó a mi taller un jovencito, a él no le interesa para nada la literatura, su vida es el deporte, aunque no lo practica, porque es poseedor de un cuerpo tan endeble, que difícilmente aguanta el menor esfuerzo físico. Pero como su pasión es escribir crónicas deportivas, entonces llegó para que le ayudara a perfeccionar su forma de redactar (como si yo pudiera, jeje). El patojo se llama Diego Iespien, y es, para decirlo en términos apropiados, el nuevo fichaje del taller.

Dieguito me hizo llegar la crónica del reciente juego entre Roger Federer y Rafael Nadal, la que les transcribo en este espacio.

No volverá a crecer la hierba bajo los pies de Roger y Rafa

Principes, princesas, presidentes, primeros ministros, padres de los deportistas, novias, entrenadores, autoridades deportivas, público en general, sean todos bienvenidos a la gran final de Wimbledon, el más grande torneo de tenis jugado sobre hierba. Quizá esas fueron las palabras protocolarias, todos sabían que sería un gran juego, obvio, jugaban el número uno y el número dos del mundo; pero nadie imaginaba que iban a presenciar el mejor partido de la historia, así fue calificado por los entendidos en la materia.

Roger venía de ser aniquilado en Roland Garros, y traía la historia sobre sus hombros, ganar cinco veces consecutivas en Wimbledon es una hazaña, pero la sexta sería histórico. Por su parte Nadal cargaba con la estela de no haber ganado nunca un Grand Slam distinto al de París. Estaba claro, no era solo una gran final.

En el camino, ambos se deshicieron fácilmente de sus rivales, Djokovic, el número tres en el escalafón y quizá el único capaz de jugar al nivel de los finalistas, defraudó temprano en el torneo.
Las condiciones atmosféricas hicieron la suyo para contribuir a la tensión, dos aplazamientos por lluvia, además de casi cinco horas de partido, convirtieron en un martirio el espectáculo, aún así nadie quería que terminará. Federer se vio abajo en los dos primeros sets, pero luego de la primera suspensión regresó más frío y concentrado. No se puede decir que Nadal haya desperdiciado las posibilidades de cerrar antes el partido, basta recordar que el tercero y cuarto set se fueron al tie break. Vendría el quinto set, épico hay que decir, es necesario utilizar el lugar común, no hay otra palabra para describirlo. A veces parecía que el cansancio físico haría que todo terminara sin más heroísmo, pero la fuerza mental de ambos logró lo indescriptible. El último episodio se fue hasta las últimas consecuencias, si hubieran penales en el tenis habrían tenido que lanzar tres tandas cada uno. Pero cuando se pensaba que todo terminaría solo si alguno de los dos cayera desfallecido, Nadal quebró el servicio de su oponente y a continuación sirvió el mismo para ganar el partido.

No cabe duda, los dos son cracks. Federer basa su juego en la fortaleza mental, es frío, aniquilador, capaz de regresar cualquier bola, por difícil que sea, con la simplicidad de su revés. Nadal, en cambio, hace filigranas, regresa pelotas de espaldas a la red, por debajo de las piernas, es todo corazón; si fuera futbolista habría que compararlo con Messi.

Fue la mejor exhibición que jamás se haya visto en un deporte individual, habrá que buscar parangón en la pelea de Alí vrs Foreman, quizá. Hay algo seguro, no volverá a crecer la hierba en la cancha central del All england tennis club.

Diego Iespien

Como pueden ver Diego se apasiona, pero creo que tiene madera, a pesar que no es muy pajero que se diga, o quién sabe. Espero que les guste.

Salu pue

viernes, 4 de julio de 2008

De concursos literarios, reinas de pueblo y otros demonios…

El profe Pedrito, a pesar de que amaba los concursos literarios, detestaba los actos de investidura de la madrina de los juegos florales, denominada Musa, y aborrecía la salutación a la reina, especie de tortura literaria que coronaba los eventos.

Un año, en especial, la niña propuesta para ser la Musa era la hija del diputado del pueblo, ella
no tenía nada que envidiarle a la Miss Guatemala, excepto que apenas tenía trece años. Con un porte admirable y casi un metro ochenta de estatura y, por supuesto, suficientemente dotada, la niña aparentaba cuando menos 15 años, pero con el maquillaje que le pusieron las tías fácilmente daba la impresión de tener unos 18 o más.

Ese año fue el único que el profe Pedrito no ganó el certamen, resulta que un fuereño, jovencito él, de esos que se creen posmodernos, quien a duras penas llegaba a los veinte años, había sorprendido al jurado con una poesía diáfana y decadente. Se le dijo que tenía que llevar ya escrita la salutación a la reina, y el muchachito llevó un pergamino, en papel calco, impreso en computadora, simulando los trazos de la biblia de Gutemberg y cuyo texto parecía calcado de Rubén Darío, algo así como: Margarita, está linda la mar… en fin, un texto cursi y malo que contrastaba con la delirante poesía con la que había ganado.

El profe no podía imaginarse burla más grande, menos al ver la belleza de la Musa. El asunto es que el muchacho, al nada más conocer a la chica asumió que el texto no hacía justicia a su belleza y quizó hacer uno nuevo, porque, además, se enamoró, aunque de mala forma, de la chica.

Durante el día en que se les ofrecía un almuerzo a los ganadores y luego se les daba un pequeño tour por el pueblo, el patojo babeaba.

La niña, en realidad era muy niña, hacía lo imposible por quitárselo de encima, y el pobre muchacho no entendía los mensajes.

Ya en la noche, el famoso poeta declamó, de rodillas y con un hilo de voz que se quebraba, el poema que llevaba y mientras lo hacía casi lloraba. Aparte que se veía francamente ridículo, con jeans y una chaqueta de momostenango, el pelo rubio agarrado en una trenza y los tenis negros con figuras de calaveritas.

Para la apertura del baile era requerido que el poeta danzara noche de luna entre ruinas, acompañando a la beldad. El muchacho a duras penas lograba dar dos pasitos mal coordinados y temblaba, abrazándose a la niña, quien sonreía muy digna. Fueron muy pocos minutos de baile, pues, ante la insistencia del poeta por abrazar a la Musa, de pronto le fue arrebatada por el diputado, quien temía por la integridad de su hija.

El poeta se emborrachó y a media noche gritaba: Linda, yo me quedo aquí para esperar que crezcas, y otras sandeces por el estilo.

Ya a esa hora, tanto el profe como yo teníamos lástima por el chavo y sudábamos vergüenzas ajenas. Le tomamos de la mano y nos lo llevamos a la cantina El buen recuerdo, para que terminará de ponerse la borrachera de su vida.

Entre tragos y cigarritos, tanto el profe como yo, recordamos a otras musas de pueblo, no tan hermosas como la que obsesionaba al bardo, y convencimos al patojo que el mar estaba lleno de peces, patojas pues, y que ya, por favor, no llorara que nos estaba dejando muy mal parados a los poetas.

Al día siguiente lo metimos en la camioneta y no lo volvimos a ver por mucho tiempo.

Ayer me enteré que la primera novela de aquel escritor ha tenido gran aceptación, que escribe versos en un blog y que ha sido declarado non grato en varios pueblos. Resulta que después de conocer a Linda intentó robársela y, al parecer, trató de hacer lo mismo con otras reinas.

Yo no sé que pasa, tal vez sea de tanta mota que los patojos no razonen o es que aquí nadie se organiza; como diría un laureado escritor, cuyo nombre no voy a mencionar, porque luego dicen que uno les hace terrorismo literario.