viernes, 27 de junio de 2008

Biografía no autorizada

El profe Pedrito, como todo mundo le decía, era un entusiasta de la literatura, principalmente de la poesía. Organizó durante veinte años consecutivos los juegos florales de la finca El Ocotío, en el Tumbador, San Marcos. Por aquellos lares no habían muchos poetas y como el premio que se ofrecía no llamaba la atención, solo se entregaba un diploma, aparte que para llegar a la finca había que caminar como cuatro horas de donde lo dejaba a uno el bus, era por demás llegar en carro, porque el camino no permitía la entrada; entonces eran pocos los que participaban en su certamen, casi siempre eran los niños de la escuelita y él, que obviamente lo ganaba año con año. Fuí jurado de aquel certamen en un par de oportunidades, pero siempre que el profe venía a la capital nos tomábamos un cafecito.

En fin, el profe murió hace algunos años, pero hace poco una de sus hijas me hizo llegar un manuscrito que encontró entre sus pertenencias. El mismo, como mucha de la obra del profe, nunca llegó a publicarse; sin embargo, les comparto una parte del texto.

Biografía no autorizada de Johan Bush Walls
Nació en Belice en 1947, desde niño se caracterizó por poseer vívida imaginación y una habilidad inusual para narrar. Esto le acarreo algunos problemas en su infancia, cuando su público no era capaz de comprender la grandeza de sus imágenes. Tuvo inconvenientes, especialmente al inicio de sus estudios de magisterio, porque una de sus narraciones llegó a un inesperado final, cuando sus compañeros se sumergieron en un cenote en busca de oro.

Esta fue una de las razones por las que se trasladó a Guatemala, intentando encontrar un público más maduro y menos impresionable, para sus obras.

Por algunos meses trabajó en el desaparecido diaro El Imparcial, hasta que sus jefes descubrieron que había más de literatura que de reportaje en sus escritos, y que estos, carecían de una realidad verificable y adolecían de exceso de fantasía. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando intentó publicar a doble página: "Cristo nació en Palacaguina" y los directores tuvieron miedo de una demanda por plagio.

A principios de los años 70 se nacionalizó guatemalteco, como parte de su estrategia de supervivencia, por aquellos tiempos todavía no le era permitido regresar a Belice.

En el medio Guatemalteco se destacó rápidamente entre los jóvenes escritores donde resaltaba de manera natural.

Se dedicó durante los años 60 y 70 a dar clases en secundaria, a ir por las noches a la universidad y a asistir a manifestaciones y marchas, donde se codeó- literalmente- con la crema y nata de la intelectualidad guatemalteca, que intentaba en esos años no pasar a formar parte del panteón guatemalteco. Fue acogido por un famoso poeta revolucionario, quien lo presentó a un grupo de intelectuales, quienes tambien lo involucraron en sus actividades.

Tuvo dificultades porque su presencia era muy notoria en las calles y sus amigos le reclamaron que se "daba color". Por esa y otras razones no pasó a la clandestinidad.

Al finalizar los 70 recibió algunas invitaciones para disertar en universidades extranjeras que habían leído su obra y les impresionaba. Así fue que llegó a la Universidad de Matto Grosso, donde dictó varias conferencias, pero esa fue su perdición, pues a la semana se internó en la selva, donde permaneció perdido por varios meses.

A su regreso a la civilización se trasladó de nuevo a Belice, ya nadie se acordaba de él, donde se casó con una joven mujer con la que procreo dos hijos.

Incapaz de encontrar apoyo en la sociedad beliceña, se regresó a Guatemala en 1996, donde encontró el ambiente fértil de post guerra y se contagió con la moda de los performances.

Su intervención más notoria la realizó en la 6ta avenida, donde se colocó un par de alas y se paseó con un caballete y un lienzo, desafiando a los transeúntes a cantar con él: "Pintame angelitos negros" y a dibujar en el lienzo.

El nacimiento del género cuentos pajeros se lo debe a una inspiración que recibió de forma accidental, un día llegó tarde a su trabajo y tuvo que elaborar una excusa creíble. Esta resultó tan buena que no tardó en recibir encargos de colegas y admiradores que le solicitaban que inventara excusas para ellos.

La Universidad de San Carlos lo invitó, entonces, a dictar un taller de cuento breve, que él en un arrebato de originalidad convirtió en taller de cuentos pajeros.

Johan ha publicado en diferentes medios, llegando a vender más de cinco ejemplares de su peculiar novela: "Donde se acaban los pepinos", ambientada en un restaurante de Nueva York, y que relata el amor interracial de un chef francés y una camarera guatemalteca.

Su última novela: "Granizada", toma como pretexto un acontecimiento ambiental para narrar la historia guatemalteca, no ha tenido tanta aceptación, como la tuviera su novela más vendida, quince ejemplares en total, "El hombre de la primero de julio", historia de carácter policial.

Profe Pedrito

viernes, 13 de junio de 2008

Después...

Mi hija que, como ya les he contado, vive en Londres, se las lleva de investigadora social y me ha hecho algunos comentarios acerca de los juegos florales pajeros, que me llevan a reflexionar.

En primer lugar pienso que no debo darme paja. Por supuesto que participó gente de varios países y que las banderitas se veían muy bonitas y que ya parecía campeonato de fútbol. El punto es que la dinámica que se generó, y lo que trajo consigo, no tienen casi nada de literario; pero todo es parte de un ejercicio en el que participamos todos los que escribimos por internet.

Pero para que les escribo más paja, aquí les va un fragmento de su carta, email pues. Escribo en paréntesis algunas acotaciones mías.

"Un cuento de valor literario, como el que presentó Goathemala, fue ninguneado porque no aporta ningún morbo y habla demasiado entre líneas, sobre esas cosas que entendemos algunos pocos que conocemos el animismo guatemalteco y demás. (Mírenla pues, ella también se está volviendo arrogante, yo confío en que muchas personas más conozcan sobre el animismo guatemalteco, y que me cuenten de que se trata).

Por otro lado, los dos punteros hicieron suyas todas las tácticas deportivas y antideportivas que tuvieron a la mano. Pellizcos, empujones, patadas en la espinilla, en su versión web, salieron a relucir. (Ni llegaron a tanto, pero era parte de la dinámica del rollo).

Alguien confesó que hizo spam, otro que creó varias identidades, otros llamaron al tío, primo, vecino y amigo del vecino a que votara, aún cuando casi nadie leyó los doce cuentos, en fin una fiesta deportiva. (Bueno, era una especie de reality literario, la cosa funcionó).

Alguno se quejó y me llevó a pensar en varias cosas: la mano de Maradona, la mano de dios, como dijo el sinvergüenza (como vive en Londres ya se siente ofendida, si lo que hizo Maradona fue una genialidad); en la pobre corredora despojada de sus medallas, aquella que usó esteroides (hubiera dado el nombre, porque hoy día parece que todos los utilizan); en los muchos que duermen en tiendas hiper-báricas y en el millón de euros por atleta que gastan las grandes potencias con la finalidad de tener medallas doradas en la olimpiada. (Creo que se gastan más, pero todo es por el deporte, recordemos que las Olimpiadas se realizan por amor al deporte, nada más).

También me recordó a las misses venezolanas y su encuentro con el bisturí, (a ella se lo recordó, a mi me gustaría tener esa clase de recuerdos, pero ni siquiera conozco alguna. No pierdo la esperanza de llegar a ser escritor famoso y así me buscarán), paso ineludible para convertirse en reinas de belleza. Y que decir de los cientos de playeras que el papá de Carlos Peña vendió para comprar votos para su bebé". (Bueno, cada quien hace su luchita a como pueda).

Mi hija es muy linda y por eso le doy la razón, pero viene a mi mente pensar en la necesidad que todos tenemos de reconocimiento, me incluyo, y no sólo de los 15 minutos de fama.

De cualquier forma, como todo en estos tiempos posmodernos, la literatura ya no se lee porque es buena, se lee porque la escribió tal o cual persona, pero ni siquiera por eso, se lee porque la publicidad dice que hay que hacerlo, porque es producto del mercadeo. Vean, por ejemplo, a Dan Brown, por mencionar uno, su obra no tiene ningún valor literario, pero a su alrededor se echó a andar una maquinaria de publicidad tan efectiva que vendió varios millones de ejemplares, con película y todo, claro está.

En fin, esa es la posmodernidad, el fin de lo literario y el triunfo de la farándula. Bueno, confío en que no será así.

Salu pue.