viernes, 22 de agosto de 2008

Señales

Hace un mes que no hay taller, resulta que decidí tomarme unas vacaciones, y aunque la mara me sigue buscando y la viejita fiel, una doñita que me trae champurradas y café, siempre llega a dejármelo, yo le digo que vamos a empezar de nuevo en septiembre, que no se desespere, que siga escribiendo y luego discutimos sus textos, ella se queda a platicar un rato y luego se va, algo tristona, porque quiere compartir lo que escribe.

Los ingresos que me provee el taller siempre hacen falta, pero tambien las vacaciones, de todas formas, a pesar de la crisis, siempre hay algo de pisto para salir a comer con los cuates, aunque cada vez menos. Los más asiduos son el Adán y el Beto, el Jonás no siempre viene, pues ahora está predicando doble para ajustar lo del gasto, dice que ha tenido que utilizar las más grandes maldiciones del infierno, para asustar a la gente que no está muy segura, porque ya le está costando bastante vivir.

La cosa es que hemos salido menos que antes, todo por la falta de pisto. El Adán jura que me estoy haciendo viejo y me aseguró que necesito salir, conocer muchachas y cambiar de aire (a uno más viciado, supongo), así que el miércoles 13 llegaron todos alharaquientos a llevarme a una presentación de cuentos policiacos.

El asunto es que el adán se ha contagiado de la moda de la novela negra, y me reta, diciendo que yo no domino el tema. Mira patojo, le digo yo, la cosa con la novela policiaca es siempre de investigación y vos no tenés disciplina para eso.

Por más que intenté explicarle que el universo de la novela debe ajustarse a la realidad intrínseca de la misma (jeje, ya me estoy pareciendo a aquel crítico, aquel hombre); o sea, la construcción de Narnia, requiere que Narnia llegue a existir, con todas sus leyes, incluso si esto significa que la gente vuele o sean centauros. Por eso, cuando se trabaja con estos temas hay realidades indiscutibles que hasta los aficionados conocen, por ejemplo: cuál es el orificio que deja la bala de un AK-47, una uzi o una 38; que diferencia tienen las distintas armas, hasta donde puede dañar un verduguillo… Porque la gente ve programas de detectives en la tele y con eso llega a pensar que sabe bastante, que eso es suficiente, pero eso solo sirve para que se les incremente la fantasía.

Pero bueno, me convencieron. No les voy a contar como estuvo la lectura, sólo diré que por ahí me encontré al Dr. Sabihondo Piláz y, entre cuento y cuento, me comentó que él pensaba que los textos tenían muchos lugares comunes y que se notaba la falta de investigación, yo no le pude argumentar nada al respecto, pues andaba muy cansado y como a los quince minutos de estar sentado me quedé dormido, solo escuché que el Adán le decía al Beto: mira al viejo, pues, siempre se queda dormido en las lecturas. Al rato nos salimos.

El Beto dijo que había oído que en la casa Ibargüen estaban las canelitas finas (esas chavas que andan leyendo por todos lados), y nos fuimos para allá. Creo que los astros estaban alineados en contra, o sería porque andábamos a pie, pues cuando llegamos la actividad estaba terminando. Solo alcanzamos a ver a una mujer, muy impactante, que cantaba boleros. La reconocí de inmediato como una de Las estrellas de la línea, me senté y me transporté a la época cuando con un cuate nos íbamos a dar serenatas románticas en un pueblito del norte del país, guitarras, maracas y la voz de tenor de aquel, lograron que se abrieran, no una, muchas ventanas y corazones. La voz de la mujer era muy buena y su guitarrista era un patojo de barrio, pero con tablas y personalidad. Hasta se echó una de Elvis.

Me quedé pensando en que, de plano, ya me estoy volviendo decadente; me explico, al terminar todo el rollo nos fuimos a echarnos unas frías a las Cien puertas, y un par de chavitos, muy jóvenes ellos, hablaban de las dos actividades y hacían comparaciones, el primero mencionó: que huevos vos, esa vieja si que nada que ver, que canciones más retro; y el otro decía: vos, que originales que son las historias de aquellos. Así que pensé, lo instantáneo y automático les gusta y no les gustan los boleros… En serio que ya estoy viejo.

2 comentarios:

PROSÓDICA dijo...

mmm vamos a ver...lecturas, chelitas,música, cien puertas y nadie invitó a la Proso hombre!!. Ni modo..... y a mi sí me gustan los boleros :) ... creo que hay mara que por llevárselas de original en su forma de escribir (uuuuuuuuu esto ya es epidemia entre los escritores chapines) pecan de pobreza, como vos bien lo dijiste entre líneas.

Pa´la próxima pues.

Johan Bush Walls dijo...

Prosódica: Pues a ver si nos ponemos de acuerdo y a la próxima organizamos un buen desorden. Ahora, con lo otro, pues yo no dije nada, luego me acusan de terrorista literario. jejeje.