jueves, 10 de junio de 2010

Después de la tormenta limpiamos y escuchamos a Sergio Mendes, algo así como los locos de la colina

Hace unos días, cuando todo mundo andaba diciendo que el Apocalipsis había llegado a Guatemala yo dije Naaaaa, y tenía razón, no sobrevino el final, pero casi. Llovió arena y agua maestros y maestras; se abrió un agujero, en la zona 2, que se tragó una casa entera; las calles de la ciudad quedaron negras y varias de las principales carreteras del país se destruyeron; muchos puentes se cayeron, fue tremendo desastre. Casi quince días después de que el Pacaya y Agatha hicieran de las suyas, la gente todavía anda medio surumba, esquivando volcanes de arena en las calles, aunque lentamente todo va volviendo a la normalidad.

Después se hizo una calma chicha (así le dicen los marinos), no se movía ni una hoja, entonces los vecinos decidieron poner manos a la obra en la limpieza y me involucraron en el rollo; a la dueña de la casa, su hija, yerno y demás familiares, les entró la conciencia y ni modo que me hiciera el loco con la arena; por otro lado, las láminas del techo podían desplomarse, por el peso.

El domingo después del paso de Agatha el clima todavía amaneció medio raro, pero la gente estaba animada, quizá felices de estar vivos. Se subieron a limpiar los techos, llenaron un montón de bolsas, como eran de plástico, como las que se utilizan para la basura, varias se rompieron al cargarlas; pesa mucho esa arena, a saber qué cantidad de metales tiene, ahora entiendo por qué le quieren sacar el hierro y dejar desnudas las playas.

Un vecino trajo su equipo de sonido, para alegrar lo que parecía una fiesta de la buena vecindad, la dueña de la casa se entusiasmó tanto que hasta fue a comprar chorizos y se puso a asarlos en una churrasquera chiquitía. Me acordé que tenía un disco de Sergio Mendes, que me pareció como anillo al dedo, ya saben, esa música es easy listening —como ahora está la moda de andar poniendo expresiones en inglés— animada y las voces de las chicas son dulces y se meten en la cabeza; además, la Bossa hace que uno quiera moverse. Le di el disco al DJ y lo puso, aunque antes lo revisó como quien mira algo viejo, no a mí, al disco, ya ven que ahora todos utilizan Ipod y esas cositas USB. Mais que nada empezó a sonar, los patojos la identificaron como algo que canta un grupo moderno, dijeron el nombre, pero no les puse atención.

Con música, chelitas y compañía, la limpieza parecía más una fiesta callejera que la reacción a un desastre o una emergencia. Algunas de las canciones gustaron más a los patojos, otras dijeron que eran para viejos. La que de verdá pegó fue Fool On The Hill, la vieja canción de Los Beatles, que Sergio Mendes convirtió en Bossa Nova. La versión original habla de un loco que oye voces y nadie lo quiere, un poco tétrica, pero a ritmo de Bossa, voces de chicas a las que uno se imagina en bikini y abrazando una guitarra, resulta relajante; aunque el hombre en la colina siga viendo como el mundo gira y escuchando voces que a saber de dónde vienen; ya me puse filosófico.

La música quedó perfecta para el nublado día, las cervezas y las tortillas con chorizo hicieron juego con la falsa playa. La mara le dio duro a la limpieza, yo también, no crean que soy gorrón; al rato estábamos como que nada hubiera pasado, maquillaje para un día post-desastre.

Salú pue.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola, Don Johan! Después de tanto tiempo de no leerle, me alegra encontrarlo con buena cara frente al post-desastre.
No es de extrañar que su contribución al bienestar del grupo fuera de las buenas, y no sólo por andar cargando arena... un toque personal, como hubo otros por ahí, que bien valen como maquillaje, y para levantar el ánimo.
¡Cariños y hasta la próxima!

S E B A S T I A N G O M E Z dijo...

Don Johan:

Una pregunta.

Hoy estuve leyendo sus blogs, y ví la entrada -del 6 de mayo del 2010- en donde habla del cuento que le publicaron (asunto que le aplaudo con alegría).

Me gustó mucho lo que dice su amigo Joel, en tanto que para una persona como yo, prácticamente analfabeta en las letras guatemaltecas, que sólo ha leído a Asturias, Monterroso, Cardoza y Aragón, y porsupuesto, a usted, no puede formarse una idea muy precisa de cómo es la literatura guatemalteca. Asi pues, hace pocos días leí un cuento -en una compilación hecha en Madrid- de un señor que de allá que se llama Francisco Alejandro Méndez. El cuento me pareció excelente. Y quisiera preguntarle Don Johan, si conoce a ese autor y qué opinión le merece su obra.

Salú pue Don Johan.

Johan Bush Walls dijo...

Lauri: Que alegría tenerla por acá de nuevo. Así tuvo que ser, la mayoría de la gente le puso al mal tiempo buena cara, pero ahora ha seguido lloviendo y el agua hace estragos en un país como este.

Hasta la próxima.

Sebastian: Cuente maestro, ¿ya está viviendo en Florianópolis?

Si conozco al escritor que menciona, de vista y de lectura nada más, considero que es desigual en su forma de escribir, o sea que tiene unos cuentos buenos y otros que no lo son tanto.

La literatura guatemalteca no tiene mucha difusión, se editan libros con poco tiraje y casi no circula, los escritores se tienen que hacer sus contactos afuera ellos mismos, hay uno que otro por ahí que tienen dinero y se pagan un agente, y así consiguen un espacio. Le cuento esto para que vea que solo si uno está verdaderamente interesado en algún escritor puede acceder a sus libros. En las librerías casi no los venden. O sea que es difícil para alguien da Guatemala y más para quien está en el exterior.

Salú pue.

S E B A S T I A N G O M E Z dijo...

Ehhh, Don Johan, pues que cosa esa que me cuenta.

Florianópolis, no, no puedo, es lo que más quisiera en la perra vida pero tengo mil y catorce obligaciones que terminar aquí en Babilonia DF antes de tomar una decisión de ese calado. Pero si me desviviría por vivir allí, que ciudad hermosa y cheia de graça!

Pues aquí en el DF está como de moda una cosa que se llama "impresión bajo demanda" y es que alguien escribe un libro, le saca el ISBN e imprime los ejemplares que quiera. Es, entiendo, un método electrónico no tan costoso como "La Imprenta", porque no requiere de planchas ni de tirajes fijos, ni de contratos con las librerías... Hay editoriales que ya se están dedicando a eso. Entonces las librerías le piden a la editorial o directamente al autor: necesito 30, necesito, 10, un amigo le encarga dos -para él una y otra para su amante-, y las "planchas electrónicas" del libro, es decir, el "machote" queda en un PDF que es propiedad de la editorial que pagó los derechos. Y con eso de las ventas por internet, van imprimiendo según les pidan. Me parece un método bueno y no tan engorroso como esos mínimos 500 ejemplares que se tiran así sea el escritor más casposo del país.

Salú pe!

Johan Bush Walls dijo...

Sebastian: Aquí en Guatemala no está de moda, pero también hay alguna que otra imprenta que hace tirajes bajo demanda; y hay otros editores a los que los autores demandan, pero legalmente.

Creo que lo que uno debería hacer es ampliar el círculo de amigos, pero que sean buenos, para que al editar sean ellos quienes compren los libros.

Salú pue.